
Christian Jiménez
Partiendo del conocimiento general de que todo pesimista es un optimista bien informado, podría decirse que el trabajo intelectual es la construcción de un sentido del mundo que une sus significados desde una posición teórica y moral.
Así, las Obras selectas de H.C.F. Mansilla publicadas a través de la editorial Rincón Editores, se convierten en el testimonio de un trayecto desencantado por la realidad política y cultural de una formación social como la boliviana, pero que no por ello deja de buscar ciertas alternativas para hacer más divertido y agradable el viaje. Quizá por ello se hayan incluido en estos tres volúmenes, también la obra de ficción del autor y en cierto modo habría que decir que rondan desde la novela de iniciación hasta la novela especulativa. Y en ese sentido hay ciertamente un aporte al género que ha pasado desapercibido porque es posible que el intelectual le haya ganado notoriedad al artista.
A pesar de ello, en tanto creador e intelectual que usa la imaginación para organizar el argumento, la escritura de Mansilla se mueve con soltura y propuestas arriesgadas en los ensayos, que son de más corto aliento, pero que logran cuajar y sintetizar ideas que no siempre van a la par del sentido común o de la interpretación tradicional.
Y es aquí cuando sucede uno de los momentos importantes del pensamiento de Mansilla: el no ir a la par de la época o del sentido general del tiempo intelectual. Sus propuestas, ideas, interpretaciones y argumentos, en la mayoría de las ocasiones incomodan porque se desenvuelven en un plano opuesto a lo que normalmente las ciencias sociales han construido como conocimiento general. Lo suyo es más bien no solo ir a contracorriente, sino desarmar el sentido común, señalando sus incongruencias y superficialidades, para de ese modo, proceder a plantear una propuesta diversa y mucho más compleja.
Pero, lo que hay que reconocer y sostener es que toda la reflexión se realiza desde el marco conceptual propuesto por la Escuela de Frankfourt y que en cierto modo apunta a una crítica de lo sucedido en el mayo francés de 1968 y la sociedad de consumo, la degradación de la cultura y el carácter conservador de las estructuras de poder que dominaron Bolivia los últimos setenta años. Aun así, la interpretación que apunta en ciertos momentos a ser sociología de la cultura y en otros, a una ciencia policía clásica encuentra en los estudios de Theodor Adorno y Max Horkheimer, el sustento para establecer los límites de la esperanza y la reorganización del pensamiento socialista rumbo a la deriva que interpela tanto a la globalización como al capitalismo de Estado.
Y son estos los puntos por los que Mansilla también es criticado. Se sostiene que su visión más allá de ser pesimista, es poco propositiva y parte de un poco conocimiento de la realidad nacional, como si desearía encontrar en Bolivia restos de la Europa que anhela y desea. Sin embargo, también se lo critica por su elaboración conceptual al momento que evalúa el trabajo de la sociología concretada en Bolivia. Sus trabajos parecen apuntar un cuestionamiento sobre el modo en que se construye el conocimiento. El ataque Mansilla lo realiza desde la epistemología y es quizá por ello, que no queda piedra sobre piedra cuando se trata de pensar en perspectiva de largo aliento el pensamiento social boliviano; siendo así que para Mansilla este se acercaría más al sentido del ensayo que de la teorización propiamente dicha.
Por ello es importante reconocer que también dentro de toda trayectoria intelectual la labor de reorganizar lo hecho hasta el momento es una tarea que indica el sentido del texto escrito y sus propósitos. También es un modo de entender por ausencia lo que a Mansilla le preocupa o aquello que no es parte de sus preocupaciones. Y junto a esto, la importancia que le atribuye a ciertos temas que para la ciencia social realizada en Bolivia goza solamente de acercamientos primarios.
También esta serie de libros reunidos ayuda al lector a entender cómo se gesta un conocimiento y qué cualidades tiene en términos epistemológicos la crítica a la sociedad de consumo y la crítica a la sociedad boliviana y la evaluación que genera sobre autores (sociólogos, antropólogos, politólogos) que han construido una interpretación sobre la realidad boliviana.
Así, finalmente, la intención de tener una obra casi completa sobre un autor es también ingresar en un modo de pensar y un modelo para pensar el mundo que entraña un programa teórico y conceptual sobre el cual todo el tiempo se regresa para seguir desde ese sitio escribiendo y pensando la realidad. El modelo de Mansilla está expuesto desde las primeras páginas del libro, pero no por ello, algunas veces, deja de sorprender el alcance de la búsqueda que emprende para hacer legible el sentido de las acciones de los sujetos. Y, además, se tiene como consecuencia una suerte de caja de herramientas de las que el lector puede echar mano para pensar por su cuenta determinados problemas sociales que le despiertan curiosidad o que lo intrigan.