Rafael Cadenas. Poeta y ensayista (Barquisimeto, Lara, 1930) Ha publicado los poemarios: Cantos iniciales (1946), Una isla (1958), Los cuadernos del destierro (1960), Derrota (1963), Falsas maniobras (1966), Intemperie (1977), Memorial (1977), Amante (1983), Dichos (1992), Gestiones (1992), El taller de al lado (2005), Sobre abierto (2012), En torno a Basho y otros asuntos (2016) y Contestaciones (2018).
Tu licor
Tu licor
me ha de valer en el laberinto.
¡Cuántos escombros por donde paso!
Me adentro, lentamente.
irreconocible, pero sigo.
¿Quién continúa
caminando?
Me muevo sin saber.
Porque debo.
Ars Poética
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
Bungalow
Paisaje que me resguarda de un olvido necesario.
Palmeras, acacias, sauces a pico.
Sol que hace cantar los techos.
Recuerdo que nunca estuve más unido: más próximo
a mí. Rostro duro de mi amante. Dibujo guardado.
Después, sólo admití situaciones; apenas he inventado
trampas para huir.
(He vivido)
He vivido
cediendo terreno
hasta quedarme con el necesario
-un área invicta,
de nadie,
que un desconocido reclama.
(¿Sabías)
¿Sabías
en tus adentros
que los poemas no bastan?
¿Para qué esculpir
la palabra,
carentes?
¿Se espera oír
diciendo?
¿Qué se busca
excavando con ella
en tierra endurecida?
¿Quién puede hablar
sin saberse
milagro?
(El que espera)
El que espera
vive
como inerme,
como húmedo,
como naciendo,
como suficiente,
a lo largo de los días
que no se suman,
desde lo hondo,
abajo,
abajo,
nuevo,
bañado,
parido
desde otro vientre,
barro igual
y sin embargo
otro.
Reconocimiento
Me veo frente a este paisaje parecido al que protejo.
No soy el mismo. Debo comprenderlo de una vez.
He de encajar en mi molde.
He acechado la aceptación súbita de mi realidad.
Despedí la poesía que se cuelga de los brazos.
Incendié los testimonios falaces.
Adopté la forma directa.
Una convergencia prospera en mí.
Abandono mi caminar intrincado. Me dilato en vastedades blancas.
Sirvo en silencio a un solo rey.
Con huesos de ave violento los espacios cerrados.
He sentido ráfagas de otra región sin culpa.
Me hago a la lentitud, al gesto consciente, al rumor del desierto.
(No desdeñes nada)
No desdeñes nada.
Una rana le dio a Basho
su mejor poema.
(Pocas palabras)
Pocas palabras
tienes
a mano,
no obstante
deben bastar
para tender
tu arco
ante la oscura
diana.
Pero
ha de ser sin intención
de acertar.
Adalber Salas Hernández, joven poeta venezolano dice de su compatriota: “Cadenas practicó y practica una forma de poesía que no distingue la escritura de la vida; antes bien, procura aunar esas dos dimensiones tan quirúrgicamente separadas por algunos. En la factura misma de su labor hay entreverado un imperativo ético: no entregarse al fingimiento, no capitular ante la palabrería, la verbosidad charlatana, las ideas recibidas inconscientes, metidas de contrabando en nuestra boca. (…) Cadenas observa la escisión que media entre el lenguaje y la realidad, entre las palabras y las cosas, y se propone modelar una escritura que suture esa grieta. Su instrumento es el silencio: le sirve de martillo, de cincel, para darle forma a la materia bruta de la lengua, con su propensión al desvío, a la simulación”.