Dos nuevos poemarios de Blanca Garnica

La poeta Blanca Garnica (Cochabamba, 1944) ha publicado dos nuevos poemarios que, por motivos pandémicos, recién comienzan a circular. Con tal motivo, acerca de ellos y la labor creativa de la poeta, El Duende conversó con la autora.

– Cuéntenos un poco sobre los dos libros que acaba de publicar. ¿Por qué publicar dos libros a la vez?, ¿están íntimamente relacionados, digamos temáticamente?

– Silencio de las ventanas se publicó en febrero de 2021. No soltó de la mano ese primer año de la pandemia. Memorizamos hechos antiguos de nuestra historia humana. Desde la biblia a Goya y sus pinturas de los 1800. De Camus y La Peste. Y nosotros acá. ¿Como gritar, como orar? Con la palabra de Dios entre el paladar seco, la poesía solamente.

En La cuarentena (2022) fue volviendo la mirada infantil sobre esta casa nuestra desvencijada. Así nuestros parientes antiguos que se calentaban con el fuego recién descubierto. Así la palabra calentó el cuello y la cintura. Esta primera parte es reciente.

La cuarentena se unió con Pasos que pasan, un tanto lejano en el ayer. Me ayudaron a sonreír en compañía igual que con el aire mañanero o nocturno. “Pasos que pasan” lo escribí hace 10 o 15 años atrás.

El hilo roto viene luego de una decena de años en espera para publicar la ausencia definitiva de mi hermano. Silencio de las ventanas se editó en Plural (La Paz, 2021) con la amabilidad para curar las heridas temblorosas todavía de la pandemia.

El otro libro, La cuarentena, Pasos que pasan y El hilo roto se editó en Talleres Gráficos Kipus. Se encargo totalmente del trabajo de compactar el libro, la paciencia de uno de mis hijos (Ismael). Por los años que llevo y mi escritura a pulso se me dificulta todo respecto a ello.

– ¿Tras más de 30 años de publicar poesía, toda una “carrera” literaria, ¿cómo escribe Blanca Garnica? ¿Espera la inspiración o prefiere la disciplina del ejercicio diario?

– Las circunstancias en que llegan los poemas casi siempre son las mismas. Pienso que vienen de la sangre o el aliento. Y ya, junto con el aire se posan en ti sin que las llames ni pidas. Solo te tiembla el alma. Los labios secos. Así van las cosas. Alguna vez, por el asombro, llamo a alguna amiga para compartir el poema. Buscamos la paz terrena juntas. Me pregunto si los jóvenes poetas pasan por lo mismo.

Esta “carrera” en la poesía fue llevada del cinto como a una bestia mansa. Empecé publicando en la antigua Presencia Literaria de Juan Quirós desde los años 70. No pensaba en libros, me bastaba el periódico casi cada semana. Cuando formé pareja, me dije “basta”: “deseo un hogar e hijos”. Los poemas guardados en un rincón. En aquel entonces no sabía que la vida en pareja no es sencilla. Acudí a aquel rincón en que me esperaba un legajo de poemas publicados en periódicos. Así se iniciaron las ediciones. Los libros salieron como de un horno lejano, tibios y calientitos para el alma.

– Su poesía es leída entre los poetas. Hace poco Christina Jiménez dijo: “lo que escribe Garnica en tanto poeta es un texto que remite a una historia particular llena de detalles y en esos detalles el lector encuentra sentido a su propia vida, porque es partícipe de algo que no vivió, pero esta vez, gracias no al concepto sino a su representación concreta, particular y pormenorizada. Llena de sustantivos y adjetivos. La poesía en Bolivia, gracias a Garnica cobra una nueva dimensión en ese sentido. No genera figuraciones, ni imágenes heladas. Crea un calor de hogar que remite a un territorio que siempre es nombrado y que siempre es evocado a partir de un lenguaje poético que ha sufrido sus transformaciones, desde lo lírico hasta lo fracturado y fragmentado, desde el torrente, hasta lo mínimo y la economía del lenguaje resalta lo concreto.”

– Agradezco inmensamente a los jóvenes escritores que me comparten e instan a que continúe arrastrando este carrito de palabras. Cómo no respirar hondo junto a Christian, entre sorbos de café calentitos. O junto a Benjamín Chávez y su hermosa compañía de palabras en uno de mis libros. ¡Gracias!

– ¿Cuáles cree que son ser sus influencias o impulsos y disparadores a la hora de escribir poemas?

– Las influencias o impulsos que recibe uno en el momento de la creación siempre son múltiples. La lectura, la observación desnuda. Recuerdo haber leído en mis años juveniles La obra gruesa, de Nicanor Parra. La releo. Vicente Huidobro. Hoy rememoremos a algunos poetas específicos como Anna Akmalova (1912-1964) con su delicada poesía, víctima y testigo de medio siglo de historia de la URSS. Oigámosle:

Amarga camisa nueva
cosí para mi amado.
Esta tierra rusa gusta
gusta el gusto de la sangre.

Y claro, Eduardo Mitre, que daba talleres literarios cuando volvía de Europa. Nos indicó caminos de claridad y sencillez en la poesía.

– ¿Qué opinión tiene de lo que se escribe actualmente en Cochabamba y en Bolivia?

– Mi opinión es sumamente breve. Mi relación con lo nuevo es medianamente justa. Uno que otro periódico solamente. Por mi salud resquebrajada y los años ya no asisto a las ferias de libros ni reuniones.

– ¿Cómo es un día habitual en la vida de Blanca Garnica?

– Mi día habitual es de ama de casa entre ollas y verduras. Lo hago con gusto. Comparto la frescura de los cotidianos pimentones y lechugas.

– ¿Tiene algún otro proyecto escritural que esté vislumbrando o trabajando?

– Estoy en una etapa de pulir y trabajar algunos textos. Temas de problemas sociales, la guerra en Ucrania, Latinoamérica. Siempre poesía. Veremos qué pasa.

Ella
con los labios pintados
gritaba rojo

Juntaba corazones
verdes maduros
con mente frutecida

Por el camino largo
zapatos y banderas
a la par

La soldadesca un rio
pintaba de negro
el día.

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