Dos textos de Eduardo Kunstek Montaño

Confesiones del poeta a su entrañable amigo José Antonio Terán Cabero en vísperas de su cumpleaños

Vivo una época muy afortunada como lector, con tantos formatos de comunicación abiertos y en todos ellos se encuentra expresiones habidas como proscritas desde la República de Platón. No es extraño oír de cine poético, del carácter poético de una sinfonía o de una fotografía y detrás de cada una de esas expresiones está la impronta de un poeta.

Si bien pertenezco a la categoría de personas lo suficientemente estupidas no solo por hacer poemas sino además publicarlos, me siento afortunado al recibir la inmediata reacción a lo publicado con el formato de las redes sociales. Esa novedosa retribución de los lectores va moldeando con su sensibilidad los versos venideros. En otrora imagino al poema escrito en un cartel o en una pared a la espera de una percepción convergente a la inspiración primera. Me creo un poeta de feria por lo que no me incomoda codearme con bufones y saltimbanquis.

Pero no es mi oficio el deshilachar crucigramas para hilvanar retruécanos como remedio al tedio o proyectarles un efecto utilitario ya sea para alcanzar la nombradía o para divulgar alguna ideología o consigna más allá de los respetables móviles que pudieran tener. Mucho menos considerar mis fiebres de inspiración en una misión redentora de una realidad que siempre me suscita asombro.

Lo que confieso sinceramente es que profeso una superstición por la palabra y el tesoro que la lengua encierra. Por esa construcción interminable que se inicia en el primer balbuceo y persiste en el sueño y la vigilia como la construcción obcecada de una Babel íntima en su entregada pasión del humano por entender ese algo de Dios que nos es vedado. Me alegra compartir esta lealtad con la palabra con Jose Antonio Terán en un rito entrañable como es la poesía y se traduce en el cotidiano oficio de la amistad.

Conversación con Luis Camilo Kunstek

Ayer, conversando, tras recibir sus parabienes por mi cumpleaños, prometí a Camilo escribir sobre esta edad que encarno.

Todo vendaval tiene un punto calmo donde la furia de la naturaleza resuelta hace un paréntesis. En el caribe lo llaman el ojo del huracán. Nosotros, los orureños, que medimos el extremo de la expresión de la naturaleza en su invierno cuyo frío revienta piedras, tenemos un paréntesis calmo al que llamamos “el veranillo de San Juan”, unos días de benevolencia cuya brevedad se antoja tacaña, no obstante, permite aligerarse de ropas y compartir chupando naranjas en el patio bajo el sol.

Me siento este año en el ojo del huracán, viviendo el veranillo de San Juan en este transcurso por la vida. Cambiando de metáfora, me encuentro en medio del puente con más pasado en una orilla que futuro en la otra. Si no he sido quejumbroso antes, menos lo soy ahora. La mitad del puente no me provoca el desespero del grito de Munch.

El pasado, del cual solo tengo la memoria, me demandó actos heroicos a la expectativa de mis ancestros y maestros con un peso gravitacional hacia la época de oro cuyas raíces se perdían en la noche de los tiempos. Si cumplí o no con mi destino heroico se los dejo a ustedes o, como diría Homero de Esmirna, a complacencia o ira de los dioses.

Estoy en medio del puente, calmo y sin propósito, mirando al futuro, como en la Melancolía del maestro Durero, con cierto escepticismo por el mismo hecho de cargar con esta parafernalia en cuyo cofre más íntimo estoy asido de la mano de mi mamá en perseverancia de esos pasos primos que recorrieron por montes y ciencias. Con la naturaleza desnuda frente a mis ojos, con mi destino coloquial. Con todos, contigo.

Sin embargo, no estoy libre de las demandas. En esta sucesión del siempre que me espera tengo de testigo a la prole. Hijos, discípulos, admiradores ansiosos de encontrar conmigo sabiduría. Sinceramente no sé si cumpliré con esa expectativa. La naturaleza me llama a ser sabio y el primer paso tras sacudirme el traje de héroe son los pronombres que nos unen: contigo, conmigo. Sujetos en la compañía de este viaje y una lealtad a mí mismo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: