Un quirquincho en el salar

Carlos Fernando Toranzos Soria

Volando aparece un flamenco, llega justo al lado de una bolita acorazada. El silencio del salar vuelve a retornar después del agitado aterrizaje del flamenco.

La bolita acorazada saca la cara y la cola, se despereza y dice, buenos días, al flamenco. Éste, con aire de gran señor, responde con una especie de buenos gruñido.

-Flamenco, dice el quirquincho. Usted que ve todo desde arriba y que sabe de todo, me puede decir ¿qué es lo que pasa? Cada vez veo más gente por aquí. Estoy cansado de vivir encerrándome todo el tiempo. Fíjese usted que, al solo oír su aleteo, ya me asusté y me metí en mí mismo.

-Señor quirquincho, tiene usted razón, hay mas movimiento y habrá mucho más de lo que jamás estos salares han visto. Ha llegado, de París, una delegación de hombres muy importantes; solo tenían secretarias, ni una ejecutiva, ni una mujer importante; mayor razón para demostrar su importancia.

Ellos venían a comprobar si, por estas blancas y estériles tierras, podían pasar unos coches a toda velocidad. Y así poder hacer que estas tierras sean conocidas por todo el mundo, para así hacer llegar, a estas yermas tierras, todo tipo de desarrollo.

-¿Cómo dice? ¿Tierras yermas y estériles? Señor flamenco déjeme usted decirle que estas tierras no son yermas, su fertilidad y riqueza está en sus gusanos, lagartos, todo tipo de bichos, solo en su laguna hay variedades de aves y de plantas únicas en la tierra. Nosotros mismos, señor flamenco, somos parte activa de estas tierras, somos creaturas que apenas nos estamos recuperando de ser asesinadas para hacernos caja de charango. Ustedes señor flamenco, con el ruido de los camiones abandonan sus nidos, sus huevos no incuban por lo que hay menos flamencos. La población de su especie está decayendo a consecuencia de tanta gente que viene. No señor flamenco ¡no! Estas tierras no son yermas ni estériles, son tierras con una naturaleza rica pero muy frágil y un balance ecológico muy sensible. Fíjese usted si solo con su aleteo, ya tengo los nervios de punta ¿se imagina usted con el ruido de un coche, o de un tractor, o de un helicóptero?

-Señor quirquincho, perdone usted, pero, por supuesto no entiende nada del desarrollo. Piense usted en todo lo que ganaremos siendo objeto de visitas de millones de gentes de todo el mundo, Piense usted lo que ganará el salar al ser puesto en la geografía global como un lugar digno de verse y visitarse. Piense usted en los hoteles que construirán, en el agua potable, la electricidad. Piense usted, es que ya no podemos seguir como hasta ahora. Es nuestra oportunidad, señor quirquincho, y si usted se asusta es que le teme al desarrollo. Bueno, lamentablemente, tengo que continuar con mi viaje.

-¿Dónde se va usted, señor flamenco?

– Me voy en busca de una señora flamenca, por aquí ya no quedan flamencas y yo soy de los pocos que quedamos.

Y entonces…

El señor flamenco tomo vuelo. Ya no se lo vio más, se perdió entre el horizonte de la sal y el cielo.

-¿Y dónde estará doña quirquincha?, tantos kilómetros tengo que andar buscándola, antes era solo un ratito de caminata, ahora son días y días y sin garantía de encontrarla. ¡Yo también quisiera volar!

Carlos Fernando Toranzos Soria (Punata, Cochabamba). Profesor Emérito de Anglia Ruskin University en Cambridge. Reside en Cambridge, Reino Unido pero visita Bolivia con regularidad.

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