Poesía de Carlos Gutiérrez Andrade

Carlos Gutiérrez Andrade: (Sucre, 1972). Poeta. Ha publicado los poemarios: Letrina (2010) y Con la lluvia en la osamenta (2017). Hay varios poemas suyos desperdigados en revistas y antologías.

Vengo de abrevaderos de leprosos y suicidas         

Estos antros han sido la sala de partos de mis versos. 

Vengo de la niebla densa de cuervos.
Mi garganta arroja nimbos, Illimanis agrestes.

Vengo de las comisuras del miedo
tratando de degollarlo para ser inmortal.

Vengo de las nupcias de mi desdicha
y mi carcajada.

Vengo agorero raspando la garganta
de mi destino ausente de codicias.

Vengo sin piernas austral;
vengo desatado de iniquidades
maldecido y vituperado por rasputines femeninas
bendecido por piernas y brazos que ya no existen,
con formol en el corazón y el hígado.
La tumba me reclama,
pero rebelde y contumaz aplazo la cita,
tengo flores de ajenjo que cuidar.

Vengo de mis propias entrañas
ya limpias de desamor.

Con angelotes regordetes, ahora sí amados
vengo de un mundo
donde las musas se han arrancado los ojos, pero tienen el corazón intacto
donde los cuervos
caminan con dignidad de palomas
y sólo amenazan al momento de querer
arráncame el corazón y la pluma.

Estoy desvencijado y arcano,
pero con la yugular en la cordura,
llevo un colibrí amputado en el ombligo
llevo podredumbres en el malar
y un desdén en el viejo zapato
que me come todos los días.

Ya sé que mis pies se maceran
con la gratitud del romero y la absenta.

Ya sé que perdí la esperanza
de rezar para que una lluvia de amigos
nazca de mis cosquillas.

Solo le pido piedad al mar
y a los panes duros de mi madre
y que tenga un entierro de destierro.

Vengo de abrevaderos insomnes
donde han bebido leprosos y suicidas.
Vengo de un lugar donde el chuño es amigo
y la sajta hace las veces de hermana.

Amo la desnudez de la flor y
las citas sin protocolos
amo el abrazo del hermano
que llega con olor a yegua y chumbera.

Yo he bebido el sudario
de un judío que jamás me ha desconocido
pero que yo lo he negado tres veces y más
y adoptado lenguas diversas
para conocer otros puertos.

Conozco la sal y la herrumbre.

Mi abuelo era un chairo, pero yo soy
un picante de lengua
hecho con locotos muy bravos.

Por eso blasfemo decadencias y
holocaustos.

Pero he sucumbido al aroma del oriente y la soya,
al aroma de la yuca y el masaco.

He estado en el infierno:
Allá hay mujeres con alas de ángel.
El infierno es blanco y frío.

Yo he visto cargamentos de buitres 
salir de la boca de una perra…
Es una jauría sombría
que se cierne sobre mí,
es mi cacería,
será el día que Dios esté de parto e infarto.

Corazón hornerito

Hay una nueva red de alcantarillado en mi alma
supurando los occisos lamentos que son alegrasmos.
Los perros ovejeros de mis sentimientos
no hallan tu corazón hornerito.

Si ayer nomás me calzaba tu despertar
y encajonaba tu rictus y tus rémoras
en las instalaciones invernales de mi cuerpo
y te tendía a rumear en mi quilla un yaraví
en los amplios sótanos donde está mi niñez,
 galerías donde está el hombre que todavía no soy.
Así cortabas el viento, con tus venas como acordes,
pero una gaviota no es un hornero y quema el pan en la puerta
sigo aquí
en este muladar donde me desmenuzo
y olfateo la podredumbre de esta mortaja
de esta destentada sonrisa.
Este nuevo alcantarillado
igual recibirá la gangrena 
de otro hornerito en ciernes.

El huerto de tus manos

A Rina Huacota

Para ser parte de ti
me arrimé a la amistad de los puentes,
pero también me arrimé a
la dulzura del huerto de tus manos,
al latido del membrillo,
al duelo de los molles
a las altas casas aéreas
y las amplias ventanas de tu polen,
yo siendo abolengo de nogal.
Me arrimé a
las noches ronroneantes que
descansaban a tus pies,
a las piedras mojadas,
de almendro derritiéndose en la boca:
las norias arrullando
la ambición de la lluvia;
la virginal esencia del café,
el sudor copioso de los limoneros,
y me arrimé a las ruinas
de un ángel que deshojaste
o a un demonio que convertiste en primavera.

Con la lluvia en la osamenta

Uno entra a la ducha desesperado
porque después de un viaje,
después del viaje de la vida
se le adhieren a uno pavor y letanía.

Entonces, uno abre el grifo y vuelve a nacer.
El agua cae como una redención.
El agua nos quita algunos otoños de encima
y una golondrina maltrecha…

Se quita uno los ojos vociferantes de horrores,
nos quitamos la lluvia y los estertores de pichones,
los calambres y esos amaneceres ateridos de frío,
nos quitamos las llagas y las venganzas.

Y los cabellos hirsutos
de tantas mujeres y su perfidia.
nos quitamos los órganos y lo pies,
los pies huérfanos de osamentas (no sólo a la vid se le quita el alma),
de chacos, de Verónicas, de diciembres y pesebres jocundos.
Me saco los huesos y los enjuago
y así los dejo tendidos en la soga
sintiendo que a mi lado
una sombra pálida se remoja igual que yo.
Luego, 
ya despojado de iniquidades,
de dolencias y zozobras,
uno puede entrar a la cama,
perezoso a echarse de menos bajo tierra.

El dodecálogo de los derechos de los poetas

1 El poeta tiene derecho a todas las ninfas de la comarca.
2 Tiene derecho a todo el ocio posible para soñar y crear.
3 Tiene derecho a ser pagado por su ocio creador.
4 Tiene derecho a recibir alimento y albergue, como las aves, debajo del techo del cielo.
5 Tiene derecho a sentirse monarca soberano de una embajada.
6 Tienen derecho a libar con un fauno y remontar las regiones del Olimpo.
7 Tiene derecho a dormir donde perra gana le dé y a no ser confundido con un perro, sino con un gato.
8 Tiene derecho a robar de la noche el pan de la luz (la luna).
9 Tienen derecho a viajar en cualquier transporte, mostrando su credencial de poeta y no pagar nada por ello.
10 Tiene derecho a libar la ambrosía de los dioses y a pedir un filtro nuevo si el antiguo se le revienta para seguir destilando esos aceites.
11 Sueldo vitalicio a los que ascienden a las cumbres de la poesía como presidentes.
12 El poeta será respetado como un monarca de su comarca. Colegios, la institución de verde olivo, el órgano judicial y todas las instituciones le rendirán pleitesía porque es un pequeño dios. Un hacedor de milagros.

De Carlos Gutiérrez Andrade circula una “Biografía apócrifa” que dice: Se considera cosmopolita. Es dibujante, retratista y caricaturista. Es escritor, poeta, fotógrafo, periodista cultural. Es docente universitario. Es abogado penalista. Cuentos suyos han sido publicados en varias revistas del país: Piedra Imán, Correveidile, La Revista del Banco Central de Bolivia y 88 grados. Asimismo, ha publicado en varias antologías: Letras de Plata y otros. Ha colaborado como periodista cultural en varios periódicos: La Razón, Libertador (En el área jurídica), El Bermejeño, Potosí Bárbaro. Actualmente publica géneros periodísticos y literarios a través de su cuenta de Facebook. Es fisicoculturista y maratonista. Es un Exhumador de cadáveres. Es bombero voluntario. Es actor de cine y de teatro. Es conferencista. Acaba de egresar de la carrera de Comunicación Social. Tiene publicado dos poemarios “LETRINA” y “Con la Lluvia en la Osamenta” que en 2017 ganó la convocatoria de la revista de la Fundación Cultural del Banco Central en el género de poesía. Está a punto de concluir una Maestría en Derecho Penal. Forma parte de una antología de micro ficción a nivel latinoamericano, Eos Villa. Suele pasar largas temporadas en Tlon Uqbar Orbis Tertius.

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