Hay almas que encarnan en cuerpos para transitar esta pasajera vida, hay cuerpos que trascienden en versos y en melodías para proyectarse en la eternidad, en este eterno juego de las existencias, es sin duda un maravilloso consuelo el saber que no todo es tan limitado como el mundo nos quiere hacer creer, que existen caminos alternativos para la espiritualidad como son el arte y mas específicamente la música, que es posiblemente otra forma de “ser”
Javier fue alguien que comprendió aquello, que desgranaba en cada nota que extraía de su instrumento ese elixir mágico que hace que los sentimientos dominen temporalmente la existencia, ese astral que se hace carne y nos despedaza el corazón, ese “no se qué” que le da sentido a nuestra memoria.
La noticia de su partida, trajo a mi mente y a mi corazón sentimientos difusos, recuerdos de hace 30 años atrás, de ese tiempo en que las prioridades en mi vida eran otras y mi manera de entender el mundo era mas simple, mas sincera, menos dolorosa que ahora.
Busqué en uno de esos baúles que los nostálgicos siempre tenemos, las grabaciones de las presentaciones que tuvimos juntos, ahí entre las fotos viejas, encontré los rostros de quienes me enseñaron tanto, las sonrisas de mis amigos olvidados, de algo que fue y no quiso volver.
Khonlaya … “Raza de trueno” melodías que invocan a la naturaleza que se proyecta en todo su esplendor, vientos místicos de cordillera, bombos locos, pampa, soledad y abandono que florece en lagos de acero y en el corazón de los hombres montaña, revancha del astro rey, andar sobre el camino, altura y profundidad del autoexilio del alma.
“La música es magia… Es lo único que el hombre tiene para poder cambiar su interior y su entorno, es la única forma de unirse con el todo y con todos” me dijo una vez mientras se preparaba para grabar algunas ideas que tenia…. Le dio una profunda aspirada a su pipa, encendió la vieja “Marantz” se colgó la guitarra y comenzó el ritual de invocación, creando circuitos armónicos en la guitarra y silbando y tarareando mientras se movía de un lado a otro de la habitación, yo lo miraba y disfrutaba este proceso de éxtasis musical, la canción iba tomando forma, se volvía coherente, comenzaba a tratar de imaginarme qué pasaba por su cabeza en esos instantes de lúcido extravió.
¿Como empezó todo? Corría el año 1988 yo era un jovenzuelo ávido por descubrir la vida y en compañía de varios compañeros de curso de colegio nos iniciábamos en la magna locura de la música, de apreciarla e intentar interpretarla, de tratar de plasmar nuestras primeras impresiones del mundo en composiciones tan inocentes y ridículas que hoy río mucho cuando las escucho.
Como miembros de esa cuasi elite bohemia solíamos frecuentar el crisol de la nueva cultura Orureña: “Galería Imagen” disfrutábamos de ir a escuchar poesía, y compartir escenario con otros músicos que al igual que nosotros buscaban “su sonido” su propia forma de expresarse.
Fue ahí donde nuestro querido Rolo Barrientos una noche de esas interminables extrajo de una caja algunos discos de vinilo, y ahí entre el Artaud de Spinetta y el Dark Side of the Moon nos presento un disco, su titulo “Expreso” del grupo Khonlaya, el instante en que escuche por primera vez “El Encuentro” mi cabeza sufrió una especie de golpe, una taquicardia prematura un “desnuque” un reset total, esa expresividad con instrumentos folklóricos como la quena y la zampona creaban un sonido único, tan diferente a los melosos lamentos de los Kjarkas y otros que campeaban en el ámbito del folklore nacional en esa época y que se marcaban como estereotipos inamovibles de ese genero.
El gusto por ese sonido se acrecentó cuando supimos que el grupo fue formado en Oruro por orureños y que Khonlaya significa en puquina, el idioma del pueblo Uru “Raza de trueno” inmediatamente me sedujo esa mística y coherencia. Sus canciones formaron, a partir de ese instante, parte del arsenal indispensable de las guitarreadas y los ensayos, las aprendimos de memoria y fueron parte de nuestra más pura esencia musical, de nuestras más profundas raíces.
Pasaron un par de años y un día un amigo me llama para avisarme que Khonlaya se iba a presentar en Oruro en dos de semanas y que nuestro amigo en común el quenista Iván Quintana estaba tocando con ellos.
Llegó el día de la presentación y ahí nos encontrábamos en primera fila, toda una generación desesperada por escuchar en vivo esas melodías que habían sido los cimientos de nuestra identidad musical, el show fue increíble y en el intermedio mientras mi amigo “Reptilio” y yo fuimos a conseguir un autógrafo y tal vez tomar un trago con los miembros del grupo, nuestro amigo en común Iván a momento de presentarme a Javier Melgarejo, le dice, “Este chango canta bien las canciones” y Javier sin titubear me dice que su vocalista de entonces, que era otro amigo, Ovidio Salvatierra, no había podido llegar y que si no me animaba a cantar con ellos, recuerdo que esa noche cantamos Ilusión Herida y Pero No. El sueño que había tenido tantas veces se cumplió.
Pasaron varios meses y en enero de 1994 recibí la llamada de Javier, quien me dice que estaba volviendo a armar Khonlaya que después de algunas desavenencias de los músicos había quedado fragmentada, y que iniciaríamos los ensayos esa semana en Oruro, además de solicitarme pueda buscar un bajista para el grupo, fue así que mi amigo Cesar Tovar y yo nos presentamos en el parque del Magdalena Postel con nuestros instrumentos en una soleada tarde de enero. Ahí nos reunimos con Javier Melgarejo (charango), Ramiro “Oso” Camacho (vientos y teclados), Iván Quintana (quena). René “Pitín” Sejas (batería) Cesar Tovar (bajo) y yo con la guitarra y la primera voz; luego llegarían los refuerzos de La Paz Carlos Ponce (zampoña) y su hermano Hernán Ponce (percusión). Así quedo conformada esa etapa de la legendaria banda, la cual sería mi familia durante un par de años. Los ensayos fueron extenuantes, con mucha disciplina y ahí comenzó a surgir, entre Javier y yo, una amistad especial. Sus consejos sobre solfeo, la forma en que él quería que cantase sus canciones… Él era un magnifico guitarrista y me dio mis primeras clases de armonía en ese instrumento que yo solamente aporreaba hasta ese entonces. Su paciencia me dio mis primeros atisbos de la “vida de músico” y en largas charlas pude aprender mucho de la “vida real”, de lo que el mundo quiere de nosotros y de lo mágico de desprogramarse y encontrar en la música ese sacacorchos cerebral que nos libera de la formalidad de la existencia domesticada.
Paseamos los escenarios de toda Bolivia intercambiando trabajo con grandes músicos como Einar Guillén y Marcus Fuzz, ese fue mi bautizo de fuego en los escenarios y la consumación del pacto con la música que hasta ahora es parte fundamental de mi existir. Javier siempre decía que nada es eterno y que las cosas no deben durar mucho tiempo, que solo así se garantiza que valdrá la pena recordarlas. Noches interminables de música, bohemia y locura que siempre terminaban en el “Ave Sol” o en alguna plaza, esa esquizo-sonia, plagada de excesos, esa necesidad de hacer música y crear en defensa propia, el chaki eterno de los que saltan escaques y juegan a la ruleta rusa con el diablo, eso era Javier Melgarejo, así lo conocí yo, así lo recuerdo al músico, al compositor, pero fundamentalmente al amigo y cómplice de un sin fin de aventuras, de ese “irse en LA”, de la indisciplina cotidiana de la libertad-libertinaje, la coherencia entre su pensar, sentir y actuar. Buena o mala, fue su forma de decirle a la vida que estaba presente y que no pasaría por ella sin dejar huella.
Estas líneas son solo un cumulo de sentires y memorias que ahora (siempre tarde como es costumbre), retornan a abrigar ese pedazo de mi ser que se quedó desnudo y abandonado en algún rincón del tiempo pasado. El recuerdo del tiempo que compartimos querido Javier está presente nuevamente aquí en ese rincón del espíritu que es la Patria de la “Raza de Trueno”. Sea para ti el más dulce “hasta pronto mi hermano” ahora que eres viento, ahora que eres cordillera y Cóndor, pampa y soledad, ahora que eres lago y mar, ahora que eres esencia, ahora que volviste a lo que realmente siempre fuiste… Música, el regalo de los dioses para las almas que en conciencia evolucionan. Te abrazo en la eternidad.
Laura Yasan. Poeta. (Buenos Aires 1960 – 2021). Ha publicado: Doble de alma (1995), Cambiar las armas (1997), Loba negra (1999), Cotillón para desesperados (2001), Tracción a sangre (2004), Ripio (2007), Animal de presa (2011), Pequeñas criaturas de lo incesante (2015), la antología Palabras no (2016), Ganado en su ley (2017), Principio de incertidumbre (2018) y Madre Siberia (2020).
Genealógica
las hijas del nuevo mundo son blancas como las luces de los shoppings pálidas como los panes de mc donald’s translúcidas lágrimas finales de best sellers
las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo fuimos oscuras habitantes de hotel tuvimos negras maneras de mirar queríamos la vida en símbolos extraños películas de bergman
las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo querían una historia sumergida en channel casarse vírgenes con una réplica de cary grant tener muñecas rubias de mejillas rosadas mascadoras de chicle leyendo mujercitas
las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo queríamos las curvas mullidas de la marylin y el aspecto latino de una amante del che
pero ellas las nietas de la decadencia las hijas del imperio del nuevo mundo sólo desean ser delgadas como un tallo livianas como el ala de una mariposa anhelan despertar con los dedos más largos cada día para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas y vomitar sin voluntad lo que resta del siglo
Tracción a sangre
cargo en mi cuerpo una mujer inválida que baila cuando duerme trenza el cabello blanco de la muerte para ganarse su favor como una novia ciega que deba conformarse con la corta memoria de sus dedos despierta cuando miente lleva un cascote atado a la correa de la lengua va removiendo un surco tras de mí una continuación que me persigue como una cola de chatarra se enciende cuando callo cargo su enfermedad en la penumbra de mis huesos su equipaje de anemia su andamiaje de circo la quiero al otro lado pero el puente se ha roto la primera mitad no le interesa la segunda es negada vuelvo sobre sus pasos cada noche para ocultar la huella cada día como el guardián de un ancla que se oxida un perro encadenado a un desierto de vidrio lamiéndose la sombra
Octubre
no tengo más que un fósforo para toda la noche y es octubre un caballo cansado que me pasa la lengua por el pelo un harapo de miedo la edad que se articula en su tamaño y se inserta otra vez por el aro del mundo siempre en octubre vuelve y no trae palabras para mí trae un silencio impuro sobre la boca cruda y el beso que deseo es apenas cadáver del consuelo vuelco en octubre soy tiza en la pizarra de sus ojos y enhebro en la plegaria dijes de fantasía muñequitas desnudas cuando llueve en octubre cuando salgo a golpear por mi ración y regreso a la cama con un vaso de leche donde su gota de mercurio brilla
Llegar a salvo
hay que saber llegar hasta la orilla sin mojarse los pies cruzar una ciudad en donde el agua es negra y negra es la saliva de los perros y negro el semen que descargan los ángeles en las sábanas sucias de los partos hay que hundir la cabeza con los ojos abiertos negociar el ardor forzar al corazón su máquina de aceite y resistirlo a flote una noche completa hay que entregar el cuerpo a la corriente fijar la convicción nadie vendrá para salvarme no soltar la palabra que dispare el alud de un espejismo nadie vendrá para salvarme tragar si es necesario la sal que se desprende generosa de tu propio temor sentirte el muelle de un puerto abandonado una vieja estructura que el tiempo embiste sin control hay que saber quedarse y aguantar saber que no vendrá para salvarme nadie
Cotillón para desesperados
¿la fortuna te esquiva? ¿hace agua el barco de tus sueños? no hay de qué preocuparse esta ciudad te ama en los centros de canje estimulan el tedio por dos tapitas más un peso nada es tan grave cargar el rudimento del pan y la escoba puro discurso cotillón para desesperados por dos tapitas y una libra de carne te llevás esa jaula la corona del rey y un cetro plástico por tres libras de carne más dos líneas de fiebre la estafa del insomnio malabarismo sobre noches violetas te ama tremendamente en los centros de canje por una culpa más un beso indebido cuatro hijos un perro y una úlcera crónica nada es tan grave la vida es un asunto local del trabajo a la cama forrar el ataúd con el salario mudo del fracaso momentos en que llueve sobre la fría seda del recuerdo la ciudad anegada de una tristeza rancia pero cómo te adora te protege por dos libras de sangre más la furia te dan tres aspirinas y una bala
Barco encallado
cuando se quiere oxígeno y hay sólo oscuridad para tragar ¿qué se respira?
cuando se quiebra el cuerpo como un barco encallado en la tardía luz de una bengala
y el ciclo del fastidio arroja contra el muro frontal de la locura la edad de una mujer
cuando la piel expulsa su madera podrida y el corazón bombea su mensaje de náufrago
qué duelo se anticipa al funeral qué desencuentro escarba en la sequía quién anda en esa furia cortando el eslabón que la sostiene en la cordura como unida a un desgarro
Laura Yasan, destacadísima poeta argentina (Premio Casa de las Américas, 2008, Premio del Fondo Nacional de las Artes, 1998, Primer Premio en Poesía Inédita de los premios municipales de la ciudad de Buenos Aires, 2011, y Premio Carmen Conde, 2011, entre otros), visitó Oruro en febrero del año 2010, en el marco del Primer Festival Internacional de Poesía de Bolivia. Realizó lecturas en la Casa de la Cultura Simón I. Patiño, la plaza Castro y Padilla, así como también tuvo ocasión de recorrer la ciudad y presenciar el Carnaval de ese año, junto a otros destacados poetas de varios países. Falleció hace pocos días (en octubre habría cumplido 61 años), en su Buenos Aires natal, dejando un vacío en las letras del continente. Su labor poética, merecidamente galardonada internacionalmente quedará para deleite de los lectores exigentes. Desde las páginas de El Duende le rendimos un sentido homenaje.
Olvidado por la historiografía actual, el conde Augusto de la Ribette, fue un destacado personaje francés que contribuyó al estudio de la geología y mineralogía del Altiplano boliviano en el Siglo XIX. En su calidad de ingeniero mineralogista junto a sus compatriotas Lenunhot, Pissis y Jelowicki, fue contratado por el Gobierno boliviano, en 1845, para realizar estudios geológico-mineros; sobre ello, la prensa de la época detalló: “…se espera que el público, penetrado de su propia utilidad, ocupará á estos Señores en todos los negocios y empresas, que tengan relación con la profesión y especialidad de cada uno de ellos”[1].
Como resultado de sus observaciones en Corocoro, La Ribette elaboró el estudio intitulado: ‘Informe relativo a las minas de Corocoro presentado al Supremo Gobierno de Bolivia por el ingeniero subscrito’, fechado el 10 de julio de 1846, divulgado en dos entregas en el periódico ‘La Época’ de La Paz. De esta manera, lo reproducimos a continuación como un justo homenaje a su labor efectuada en nuestro país.
Posteriormente, nuestro biografiado fue destinado a Cochabamba donde realizó estudios de mineralogía y “se encargó de la dirección de la empresa del ‘Socavón del Rasgo’ y trabajó él mismo por su cuenta, las antiguas minas de ‘Santo Cristo’ y ‘San José Chico’”[2], apuntó el historiador José María Santiváñez. En la última mina citada, trabajó en sociedad con el minero Andrés Penny. Muchos años después, como miembro de la Cámara de Minería del Norte, juntó a los productores José Manuel del Carpio y Narciso de la Riva, presentó al gobierno el ‘Proyecto de Código de Minería’ (1858).
Lamentablemente, La Ribette, perseguido por el régimen de Melgarejo, emigró a Tacna “donde murió con la fiebre amarilla que asoló la costa peruana inmediatamente después del terremoto de 1868”[3], subrayó el célebre historiador Roberto Querejazu Calvo.
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Informe relativo a las minas de Corocoro presentado al Supremo Gobierno de Bolivia por el Ingeniero subscrito [4]
Las minas de cobre de Corocoro, situadas a las 23 leguas de distancia y hacia el Sur de la ciudad de La Paz, son conocidas desde un tiempo inmemorial y fueron explotadas por la primera vez formalmente por una familia de Rodríguez que proporcionaba al banco de Potosí el cobre necesario para la fabricación de la moneda. El trastorno de 1781 arruino aquel trabajo como muchos otros, en aquel rico país, y fueron completamente abandonadas las minas de Corocoro hasta el año de 1830. En esta época, animado por noticias lisonjeras, que daban la esperanza de encontrar no solamente el cobre sino también la plata, vino el Sr. Don Claudio Rivero, actual Gobernador de la provincia de Ingavi, a establecer trabajos cuyo resultado fue encontrar minas riquísimas de cobre. Este suceso no tardó en atraer á otros mineros (algunos de países extranjeros) que dieron un impulso grande a la extracción del cobre; de modo que el lugar de Corocoro que poco antes estaba absolutamente despoblado, se hizo más importante, y ha llegado a tener una población, que según noticias que nos ha proporcionado el Sr. Loberna, alcanza al número de 5,000 habitantes, de los que se cuentan 2,000 trabajadores. Tales son los adelantamientos de las minas; y la cantidad de cobre extraída de ellas, estos últimos años, no ha bajado de 35,000 quintales: actualmente se aumenta de un modo grandísimo la importancia de este mineral, y nuevos descubrimientos hechos recientemente, dan una esperanza nada equivoca de la riqueza más asombrosa que se pueda conocer.
El terreno que encierra las minas de Corocoro pertenece a la clase de los terrenos secundarios que existen en la mayor parte de los Andes occidentales; las capas que le constituyen son compuestas de gredas y arcillas de diversas clases; pero las más veces rojas y penetradas de una multitud de vetillas de sulfate de cal (yeso). Este terreno muy regularmente estratificado, o formado de capas sobrepuestas, corre del Norte al Sur, formando muchos cerros puestos en un orden que sigue el mismo rumbo. Distintos trabajos están abiertos en seis de estos cerros, cuyos nombres son, principiando por el sur, el cerro Corocoro, el C. Yancollusta, el C. Quimsa Cruz, el C. Santa Rita, el C. Hornuni y el C. Leque; pues sigue la formación de un modo bastante regular en ambas direcciones, atravesando llanuras y cerros y se va á perder al Norte en la laguna Titicaca y al Sur en los cerros de Turco. Se advierte en toda esta longitud, que no tiene menos de 60 leguas, indicios de vetas ricas, y aún existen trabajos, al Sur, en Turrupi y en la Chacarilla, lugares distantes de Corocoro, el primero, 15 leguas y el segundo, 18 y que se hallan en la misma dirección de la veta explotada en Corocoro. Tan grandes son pues las esperanzas que ofrece un mineral tan extenso como regular en su formación.
Los metales se hallan generalmente en vetas que siguen su rumbo, cortando los cerros y las capas que muchas veces los constituyen. El origen de esas vetas es una cortadura en la corteza de la tierra, llenada de vapores, o proyecciones metálicas nacidas del fuego central. La formación del mineral de Corocoro es diferente y muy particular, y es la única que se conoce en su especie: sus metales se hallan no en vetas, sino en capas existentes en estratificación concordante con las otras del mismo terreno. Estas capas no son otra cosa que gredas compuestas de jeld, path, cuarzo y talco, cuyos granos son generalmente blanquizcos, a veces rojos o verdes y que han sido penetrados por partículas menudas de cobre metálico, fenómeno que ha podido efectuarse, cuando se formaron los Andes, cuya sublevación fue acompañada de la salida del seno de la tierra de vapores metálicos, que en otras partes han producido vetas formales, y que en este punto han penetrado las capas más blandas que han encontrado.
Se advierte que solamente tienen metales las gredas blanquizcas, y nunca las rojas ni arcillas que llaman en el país mazacote: se observa también que volviéndose rojas las gredas blancas o mezclándose con arcilla, pierden su riqueza, y este empobrecimiento lo llaman bazofia.
Por una falla que hubo, al mismo tiempo de la sublevación de los cerros, las capas presentan un orden tal que unas tienen su declive al Este, otras al Oeste, llaman estas últimas vetas y las primeras, ramos. Habiéndose hecho la falla según una de las principales vetas que llaman veta grande vienen algunos ramos a parar en ella. Las vetas y los ramos de hallan en una conformidad bastante de ancho y de riqueza: son unas y otras tan abundantes que su número no ha sido prefijable; solamente han sido reconocidas doce (12) vetas principales que se hallan a poca distancia unas de otras de la veta grande. El ancho de esas capas metálicas es muy variable y es desde 1/3 de vara hasta 3 varas; su riqueza también varia no solamente con las distintas capas, sino también con las partes de una misma capa, y ley de los metales está comprendida entre tres (3) y veinte (20) quintales por cajón. Se encuentran otras capas más pobres, las que no las explotan porque el trabajo no se compensa, siendo la ley de 3 quintales abajo.
El cobre se halla generalmente en los metales en estado metálico, su color es a veces rojo oscuro, otras veces amarillento claro, y también se encuentra cobre blanquizco, parecido al color de plata; en este caso el metal es agrio y tiene siempre arsénico.
Así como en las cabeceras de metales negrillos, el influjo del aire y de la humedad ha ocasionado algunas modificaciones formando pacos, las capas de cobre han tenido que soportar los cambios que no podían dejar de hacerse por las mismas causas. Así es que á la faz de la tierra se presentan las capas no con cobre metálico, sino con cobre y carbonato verde, o protóxido rojo, o dentoccido negro o carbonato negro. Estas modificaciones siguen algunas veces hasta una profundidad bastante grande y presentan una porción de metales que muy fácilmente podrían beneficiarse, fundiéndolos en hornos de reverbero con las mezclas de fundientes que indicaría el análisis del metal.
Pero los actuales explotantes desprecian completamente estas especies y solamente se ocupan de la barrilla, que es el metal donde se halla el cobre en estado metálico. Lo contrario hacían los antiguos Rodríguez, que beneficiaban por fundición los metales oxidados y abandonaban el trabajo, luego que encontraban la barrilla que no sabían beneficiar.
Otra modificación más notable y extraditaría se presenta en las capas de cobre, consistente en el prodigioso cambio de la barrilla de cobre en barrilla de plata. Antes de efectuarse ser este cambio se bazofian las vetas, esto es, cambian en rojas amarillas y arcillosas las gredas blancas y pierde su riqueza el metal de barrilla en que se halla mezclada la plata con el cobre: más adelante la plata se hace más abundante, sobresale al cobre y es probable que llegará á ser tan pura y abundante que se vea el cobre en su metal correspondiente. Hasta ahora la ley de los metales de plata ha variado de 4 marcos a 1,500, y se estima que la ley media será 70. El metal de plata tiene alguna diferencia con el de cobre en estar mezclado con una cantidad de sal marina. Lo mismo que el cobre se halla la plata en partículas irregulares diseminadas en chapas y pegaduras, en racimos y las más veces en granos mezclados con los de la greda, y algunas veces cristalizada.
No hay ni ley, ni regularidad con respecto a los puntos de las vetas donde se debe encontrar la plata: unos la han encontrado a profundidades pequeñas como de 70 varas bajo del nivel del Socavón, así ha sucedido al Sr. Teare, cuyo descubrimiento es el más formal e interesante. Los otros descubridores, que son la Sra. viuda de Pareja, el Sr. Grifes y el Sr. Benguria han hallado el precioso metal en profundidades menores y aun en las cabeceras más altas.
Ha hallado también el Sr. Benguria, en las cabeceras de las vetas de atrás, otro metal que no es ni cobre ni plata, sino un negrillo, cuya naturaleza no hemos podido averiguar por la falta de recursos necesarios para los respectivos ensayos. Este metal puede tener algo de plata como los demás de su clase que forman tantas vetas en Bolivia.
El haberse hallado este otro metal no es extraño, y en su formación, que como todas es hija de la casualidad, se pueden encontrar cualesquiera clases de metales.
Cierto es que el descubrimiento de la plata, del que solo ahora se aprovecha, no es tan reciente, pues ha algún tiempo que han tratado como barrilla de cobre blanco la barrilla de verdadera plata. Parece también que los antiguos habían reconocido esa riqueza pues el Sr. Rivero emprendió sus trabajos con la esperanza de encontrar la plata, y solo saco cobre; pero dichos trabajos ofrecen aún muy grandes esperanzas.
No falta en Bolivia metales de mayor ley que estos: así el hermoso mineral de Oruro tiene riquezas muchísimo más grandes; pero lo que da al mineral de Corocoro una importancia particular y que asegura un buen suceso en la explotación, es la naturaleza misma del terreno. Este terreno es de una clase tal, que no se puede encontrar otro mejor para abrir trabajos de minas; tiene la doble proporción de ser a un mismo tiempo blando y consistente, y así permite la adopción de las disposiciones más regulares y cómodas. Se consigue una gran celeridad en cavar las galerías, y se trabaja ahora un socavón perteneciente al Sr. Millet[5] que en dos meses y medio se ha adelantado hasta 115 varas; circunstancias semejantes presenta otro socavón que construye la Sra. viuda de Pareja.
Siendo pues tan fáciles y seguros los trabajos, no habría dificultad en entablar explotaciones conformes a las mejores reglas. De todos los minerales que hemos visitado en Bolivia, Corocoro es el que respecto a los trabajos de minas está más adelantado. Las galerías y socavones son más regulares que en otras partes: se han adoptado para el transporte interior caminos de hierro y de madera, con carriles bastante bien compuestos; pero aún hay mucho que hacer para aproximarse a la perfección: a la verdad, se puede decir que no se advierte en la explotación ninguna regularidad, ningún sistema, ninguno de los medios conocidos para asegurar la completa y fácil saca del metal, lo que sería demasiado largo exponer en este informe.
Esto mismo y aún más se puede decir del beneficio de los metales que se hace de un modo muy imperfecto. Aun no es arreglado el beneficio del metal de plata: el del cobre cosiste en una molienda que se hace con Quimbaletes, y una limpia efectuada en Canaletas bastante parecidas a lo que es conocido en la ciencia con el nombre de mesas alemanas: este mal método emplea muchos brazos y ocasiona pérdidas tan grandes que permiten el beneficio de los relaves con provecho, y todo lo que con él consiguen es una barrilla mezclada de mucha arena y cuya riqueza es a lo mas de 75 centavos. Dicen los explotadores que han ensayado otras máquinas, cuyos efectos nunca han sido tan buenos que el de los Quimbaletes. Cierto es según datos que hemos recogido que habiéndose hecho mal esos que demandan una rigurosa precisión, ellos se han visto precisados á dejar un sistema de máquinas y a volver a los antiguos Quimbaletes, más fáciles de manejar.
Creemos pues que más bien y con mejor economía, se beneficiarían los metales de cobre, haciendo la molienda por medio de almadanetas con agua y laberintos; pues limpiando con mesas durmientes y horribles o cedazos y aplicado bien ese sistema que tan perfectamente sirve en la Europa, aun con metales mucho más difíciles de beneficio, no habría tantos desperdicios, ni se enviarían a los países extranjeros los metales mezclados con arena, que no necesitan, y que aumentan inútilmente el gasto de transporte. Tanto más fácilmente se establecerían esas máquinas, poseyendo el país ríos que ofrecen la proporción de fuerzas hidráulicas bastante grandes. Ya han aprovechado de esta circunstancia y existen algunos ingenios donde reconocen esfuerzos que hacen esperar mejoras.
También hay cuatro establecimientos con hornos para fundir el metal de cobre, de los que solos dos están en ejercicio por la escasez de combustible. Estos hornos dejan que desear en su construcción y en el modo como hacen la fundición, pues que no se practica con fundientes convenientes, de suerte que se hacen perdidas notables. Deberían pues emplear en proporciones indicadas por la composición del metal, cal, y también carbón de madera: su objeto seria reducir el cobre que se halla en porción bastante grande en estado mineralizado.
Respecto a los metales de plata, creemos que la base de su beneficio debe ser, como para el cobre, una buena preparación mecánica, es decir, una molienda y limpia por medio de maquinarias perfectas. Así se separarían, no solamente los metales de las arenas, sino también la plata del cobre. Este beneficio tiene por objeto separar las materias ligeras de las pesadas y sirve perfectamente, según hemos visto en Francia, aplicado a separar materias cuyo peso específico varía de 4 a 6: con mayor razón saldrá bien con la plata cuyo peso específico es 11,494 siendo el del cobre 7,783 y el de las arenas 1,5.
Los productos de esta primera operación, que merece un gran cuidado, serian: plata pura, cobre puro y arenas abundantes que se recogerían, porque podrían aun contener algo de plata; en este caso se volverían a moler con mas perfección con azogue, el que tomaría los últimos restos de la plata: además, la plata que tendría un poco de cobre podría refinarse fundiéndola con salitre que oxidaría y convertiría en escoria el cobre y los otros metales oxidables que podrían encontrarse. También el cobre que tendría un poco de plata podría, si conviniese, someterse a la operación que llaman licuación por medio de la cual se sacaría la plata.
Así marchando con observación y estudio de debe llegar a un beneficio perfecto, y se evitará ese triste espectáculo de pérdidas y pobreza que se ve en tantas partes en medio de riquezas magnificas. Resultados grandes se deben conseguir en ese mineral, donde el trabajo de minas y el beneficio del metal son igualmente fáciles, y de cuya riqueza probable se tendrá una idea, calculando que en la mina del Sr. Teare, donde han reconocido el metal de plata en un largo de 60 varas y una profundidad de 30 varas, con un ancho de 2 varas, ya tienen a vista cerca de 1.500 cajones que representan, suponiendo por lo menos una ley de 70 marcos, un valor de 840,000 y todavía están en los principios del descubrimiento que merece mejorará más adelante. Hay esperanza de encontrar estas mismas circunstancias no solamente en las otras minas, sino en todo el largo de esa cadena, de la cual es Corocoro el punto central.
Ha llegado pues para Bolivia una época muy prospera y que todo concurre á hacerla grande y gloriosa. De todas partes se anuncian mejoras y adelantamientos y felices acontecimientos; el mineral de Corocoro es llamado a representar un papel importante en ese admirable movimiento, que creado y favorecido por el apoyo los estímulos y los beneficios de la paz, proporcionados por un gobierno fuerte y patriótico, no puede dejar de llevar pronto a Bolivia al primer rango de los Estados de la América del Sud.
Corocoro, 10 de Julio de 1846.- C. A. de la Ribette.
* José E. Pradel B.Estudió en la Carrera de Historia de la UMSA
[1] “La Época”, La Paz, 29 de septiembre de 1845, p. 4.
[2] Santiváñez, José María: Vida del general José Ballivián. Imp. de ‘El Comercio’, New York, 1891, p.153.
[3] Querejazu Calvo, Roberto: Llallagua. Historia de una montaña. Editorial Los Amigos del Libro, La Paz-Cochabamba, 1977, p. 53.
[4] Se ha alterado la ortografía, modernizándola para facilitar su lectura y comprensión. RIBETTE, Augusto (de la): “Informe relativo a las minas de Corocoro presentado al Supremo Gobierno de Bolivia por el ingeniero subscrito”, “La Época”, La Paz, 12 y 17 de agosto de 1846.
[5] Jean Millet, minero francés que durante la década de 1840, fue uno de los más importantes habilitadores de Corocoro, radicó en este centro minero hasta 1858 aproximadamente.
El poeta y editor español Rafael Saravia (Málaga, 1978), nos envía este homenaje a la poeta portuguesa recientemente galardonada con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Rafael Saravia
Hay autores que conciben el camino de la escritura como un trampolín mediático hacia la conquista del glamour y el reconocimiento social y otros que saben que escribir no procura nada más que duelos internos por acceder a las cuestiones que vertebran la condición humana.
Hace apenas ocho o nueve meses tuve el privilegio de poder dialogar con Ana Luisa Amaral e intercambiar pensamientos y posicionamientos en torno a lo que la poesía supone para la vida. Todo empezó en la construcción del XVIII Premio Leteo que desde la pequeña ciudad en la que vivo, León (España), entregamos a la poeta lusa. Ana Luisa Amaral es sin duda una de las poetas vivas más importantes que la lengua portuguesa tiene. Es muy triste saber que un país vecino, con el que configuramos nuestra geografía emocional e histórica, esté a veces tan alejado de las realidades vecinales, ciudadanas y, por qué no decirlo, comerciales de nuestro día a día. Hay más conocimiento de la actualidad literaria de Portugal en Bolivia que en España siendo nosotros vecinos sin apenas frontera.
Conocí la obra de Amaral por el también poeta y amigo Juan Carlos Mestre, fue rápido mi interés por su obra y me di cuenta que una poeta de tanto bagaje apenas tenía obra en España. Sus libros se reducían a dos: “Oscuro” publicado en el 2015 por la exquisita Olifante Ediciones y una recientísima edición titulada “What´s in a name” publicada por Sexto Piso que apareció en mitad de la pandemia en el verano del 2020. Había en las redes más propuestas de Ana Luisa en castellano, pero todas ellas publicadas en Latinoamérica.
A raíz de la concesión del Premio Leteo pude hablar, reír, emocionarme y enfatizar en esa postura sobre la cualidad disidente que la poesía debía manejar para que realmente fuese poesía viva. Ana Luisa Amaral ejerció sin duda como una maestra en el arte de la convicción a través de su emotividad. Ella cree radicalmente en eso que de otra manera nos había contado Ciorán del ser humano; Ana Luisa cree que la poesía no vale para nada, por eso es importante, porque al no valer no se puede mercadear con ella de manera impune. En las múltiples conversaciones que tuve con Amaral salí lleno de revelaciones, salí convencido de que ella cree firmemente en la libertad del lenguaje poético y supe que el respeto que le tiene a la conducta poética la convierte en poeta por encima incluso de sus fantásticos textos.
Vitalidad, emoción, disidencia y resistencia para una carrera que se antoja más circular que lineal, así es la trayectoria que ha labrado Ana Luisa Amaral a través de su pensamiento y vivencias.
En este sentido, pocos son los escritores que ansían coleccionar dudas para seguir preguntando a la vida por sí misma. Vivimos tiempos donde la certeza se impone como seña ideológica y el cuestionamiento crítico no tiene ningún valor pues cosecha resultados muy lentos –a veces hacen falta decenas o centenas de años para saber lo que siempre se intuyó desde la duda formulada–. Dentro de este grupo pequeño de amantes de la duda se encuentran normalmente los buenos poetas. Son ellos los que desde ese “no saber sabiendo” que apelaba el querido Juan de Yepes –más conocido como San Juan de la Cruz– fijan el canon de la mirada diaria en esa otredad, a veces cotidiana, que hace que nuestros gestos cobren una importancia y profundidad diferente a la que creíamos entender. No se hace desde la poesía por mero capricho –el juego permitiría triunfar notablemente más si la voraz economía de lo vendible se hiciera libro de autoayuda con estrategias sórdidas y engañosas–. Se hace sin duda por un amor a la verdad tan grande que la equivocación en estos casos es cáliz de redención y nunca perversión por conseguir un lector –una venta– más.
La bonhomía de Ana Luisa Amaral no es signo de descuido o candidez mal entendida. Es una búsqueda de décadas por mejorar la condición humana a través de los gestos mínimos que nos hacen bellos seres frágiles ante el atropello del ego que nos consume. Los poemas que construye en su día a día –me consta que todo para ella es susceptible de convertirse en poema si la palabra precisa sale de la oscuridad que renombra– funcionan como auto cuestionamientos que se extienden desde lo íntimo hasta lo universal de manera fantástica.
Ya escribí no hace mucho sobre los textos de Amaral en una reputada revista española, allí contaba sobre su primer libro en España que eran textos donde la épica, la historia, la reconstrucción de las tradiciones y la búsqueda perpetua se hacían hueco en su producción poética. Ese libro ya vigilaba y exponía parte de las inquietudes humanistas que sacuden la escritura de Amaral, me refiero al título “Oscuro” editado por Olifante Ediciones. De su segundo libro “What´s in a Name”, traducido por la también poeta Paula Abramo dije que es un libro que responde desde la poesía a esa cuestión universal… ¿Qué hay en un nombre? Y el matiz de que el título lleve la palabra “Nombre” en mayúsculas nos hace profundizar más en la intención de la autora: ¿Hay objetividad en el acto o en su nominación? ¿Se puede separar el hecho de nombrar con el hecho de sentir lo nombrado? ¿Hay una única forma de comprender la vida, sus revueltas, sus desbordantes posibilidades? ¿Esa forma de comprendernos es parte de la cárcel del lenguaje?
La humanidad, humildad y derroche de conocimiento –no en vano es una de las grandes expertas en literatura anglosajona con traducciones e investigaciones sobre Emily Dickinson o el propio William Shakespeare por poner algún ejemplo– hacen de Ana Luisa Amaral una voz potente generadora de maestría. Una voz que reconoce al yo poético más allá del sustrato superficial que el ego desarrolla y que amasa profundidad, generosidad y sencillez en dosis inequívocas de brillantez escritural.
Ahora se le ha concedido el XXX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Un galardón que hace redimirse un poquito al gran corpúsculo institucional que menciona y visibiliza –casi siempre con un retraso pasmoso– la realidad literaria. Ana Luisa se merece desde el primero hasta el último de los votos que la han hecho merecedora de esta distinción y creo firmemente que aporta más ella al galardón que viceversa. No en vano son múltiples los premios que esta poeta acumula y que ella agradece siempre con humildad pero que sin duda cada uno de ellos tienen justificadísima su nominación. Para poco sirven los premios si no es para visibilizar lo importante, por ello este galardón real concedido a una republicana de pro hace que tengamos esperanza en el ser humano –también en el sector editorial– y salgan desperezadas ediciones imprescindibles de Ana Luisa Amaral en nuestro idioma hermano del suyo.
Para que nombrar tenga un significado profundo, para que la comprensión del mundo escape del canon utilitarista, necesitamos personas que tengan la delicadeza de pensar lo nombrable, necesitamos poetas que se atrevan a cuestionar hasta el orden predefinido de lo intangible. O como diría Ana Luisa Amaral:
“Pregunto. ¿Qué hay en un nombre? ¿De qué espesura está hecho si se atiende, en qué guerras se ampara, Paralelas? ¿Linajes, suelos serviles, razas domadas por algunas sílabas, pilares de la historia sobre leyes que en fuego y llamarada se forjaron? extirpado el nombre, quedará el amor, quedaremos tú y yo, aun en la muerte aun sólo en el mito […]”.
Aún parece moda dominante en Europa y América simpatizar con el judío/individuo y mirar con mucha sospecha al pueblo judío. Esto estuvo claro antes de la segunda guerra mundial, cuando el mismo judío pretendió ser un hombre cualquiera en las calles de Paris, Varsovia o Bucarest y judío únicamente dentro su casa. Qué extraño sino para “aquél extraño pueblo de Asia impulsado hacia nuestras regiones” (Herder). Un pueblo vigoroso que supo flotar en realidades sociales europeas tan distintas, sin involucrarse nunca con ninguna de ellas, pero siendo fundamental, al mismo tiempo, en el manejo de sus finanzas. ¿De esta dualidad surge la primera sospecha en su contra?
A causa de las íntimas relaciones con la fuente de riqueza estatal los judíos fueron invariablemente identificados con el poder; a causa de su distanciamiento con la sociedad nativa y de su nítida concentración en el cerrado círculo familiar, fueron invariablemente considerados sospechosos de conspirar para la destrucción de todas las estructuras sociales. Quizás es por eso que a un judío austriaco le resultaba más fácil ser aceptado como austriaco en Francia que en la propia Austria, como ejemplo. O al revés. Es decir: “El judaísmo se convirtió en una cualidad psicológica y la cuestión judía en un problema personal para cada individuo judío” (Hanna Arendt). En cualquier punto del mundo, por supuesto. La misma autora explica que “es un mito que se ha puesto de moda en los círculos intelectuales tras la interpretación existencialista que Sartre hizo del judío como alguien que es considerado y definido judío por los demás”.
Hanna Arendt sostiene con énfasis que “fue la discriminación social, y no el antisemitismo político, la que descubrió el fantasma de lo judío”. De paso advierte que “el antisemitismo y el odio religioso hacia los judíos, no son la misma cosa”. El antisemitismo parece eterno. En su magnífico libro “Los orígenes del totalitarismo” se lee: “Si es cierto que durante más de dos mil años la humanidad ha insistido en matar judíos, entonces es cierto que el dar muerte a los judíos constituye una ocupación normal e incluso humana y que el odio a los judíos está justificado sin necesidad de discusión”. Esta opinión, teñida de dolor y burla hacia la especie, fue dicha en momentos en que el antisemitismo eterno podía constituirse en poderoso argumento de quienes practicaron horrendos crímenes durante la citada guerra.
Es posible afirmar que el antisemitismo político se desarrolló porque los judíos eran un cuerpo separado del cuerpo social “anfitrión”, mientras que la discriminación social surgió a consecuencia de la creciente igualdad de los judíos respecto a los demás grupos. Un dato desconcertante, capaz de dejarnos boquiabiertos a todos inclusive hoy, es que “el preludio del nazismo fue interpretado en toda la escena europea” (Arendt). Cuando los judíos comenzaron a buscar igualdad en el ejército francés, tuvieron que enfrentar la muy decidida oposición de los jesuitas (caso Dreyfus) que no estaban preparados para tolerar la existencia de oficiales militares inmunes a la influencia del confesonario. Este caso fue estudiado y divulgado en su momento, pero años después sirvió para aseverar que, si bien el destacado escritor Louis Ferdinand Celine (“Viaje al fin de la noche”) fue estimado por los nazis como “el único antisemita verdadero”, antes de Hitler y su ancha base social estuvieron los religiosos citados y mucho del continente.
La independencia social y el tema religioso apenas explican que con la cuestión judía podía construirse un artefacto político capaz de nuclear a una nación entera (Alemania) con, en realidad, otro propósito: dominación del mundo. Aún ahora cierta humanidad insiste con el tema religioso de manera fácil (“ellos fueron quienes mataron a Cristo”) y otra humanidad con el tema económico (“se apropian de la economía de los pueblos donde buscan cobijo”). Pero no: Arendt y estudiosos de ese fuste demuestran que el antisemitismo es concepto/articulador político.
Clemenceau fue uno de los pocos amigos verdaderos que la judería moderna ha conocido, porque consideraba y proclamaba ante el mundo que los judíos eran uno de los pueblos oprimidos de Europa. Han pasado esos tiempos ciegos, pero nadie debe olvidar que los judíos se subsumieron en Francia terminando el siglo XIX. Todo parecía en paz, pero Ferdinand ya gateaba para luego ser colaboracionista de nazis. Aún de viejo, y diría confinado en un pueblo francés, corrió a bastonazos al cartero que nunca le llevaba respuestas a sus cartas a notables franceses. “¡Judío!”, lo acusaba amenazante. Quizás olvidaba que Malraux fue jefe maqui.
Somos una editorial autogestionaria e independiente que reivindica el trabajo artesanal y que al hacerlo cuestiona la lógica serial e impersonal del mercado. Queremos devolverle algo a los ejercicios de hacer y comprar un libro. Retomamos parte de la tradición de los fanzines en cuanto a su confección manual y a su capacidad de disrupción en escenarios formales. Publicamos también, en paralelo a la editorial, un fanzine de regular aparición: La Zurda Siniestra.
Al mismo tiempo es muy importante para nosotras trabajar la materialidad de nuestros libros en cuanto a su presentación: que la tapa, contratapa, colores, formas, diseños, color del papel, el tipo de cosido, etc. se adapten a nuestras colecciones, a nuestros títulos, teniendo en cuenta la noción de libro-objeto, que le debemos en parte al mexicano Ulises Carrión. Esto lo hacemos sin pretensión impostada: queremos que nuestros libros funcionen, tanto para los/as autores/s, como para los/as lectores/as.
Trabajamos en relaciones horizontales dentro del grupo editorial, pues no existen cargos en nuestra colectiva que conduzcan a jerarquía alguna. Todo el proceso de manufactura, pero también la edición de los textos, pasando por su diagramación, hasta llegar al armado de los libros, lo hacemos nosotrxs. Operamos como una asamblea en la que todas nuestras opiniones tienen la misma importancia, si bien cada una tiene tareas específicas. Las decisiones se toman en consenso y los recursos generados se reparten igualitariamente, privilegiando la obtención de fondos para las siguientes publicaciones. Para nosotras es también muy importante el diálogo con nuestros/as autores/as. Los procesos de edición de los textos son respetuosos, pero no idolátricos. Y es que para nosotras los libros nunca estarán terminados: susceptibles a la modificación, a la alteración, a la intervención, de común acuerdo, claro. La dimensión colectiva forma parte de nuestra propia comprensión de lo que es la literatura y la cultura en general, no solo de la manufactura de los libros, sino también de sus propias escrituras como procesos.
Reivindicamos en nuestra labor publicar autores/as inéditos/as en lo posible, que propongan nuevas líneas estéticas en general o presenten formal y/o temáticamente condiciones relevantes para la publicación de su trabajo. Por supuesto esta es una labor subjetiva y la asumimos como tal: no pretendemos ser voces autorizadas para formar ningún canon. Deseamos ser parte, parafraseando a Fernando Van de Wyngard, de un paisaje, lo más amplio posible.
Por otro lado, es parte de nuestra identidad colectiva el integrar diferentes expresiones, registros y narrativas en nuestras publicaciones: historietistas, fotógrafos/as, artistas plásticos, dibujantes, han sido invitados/as para diseñar las imágenes de nuestras portadas e interiores. Y cuando lanzamos algún título, proponemos puestas en escena, acciones performáticas que acompañen los actos de presentación, ya sea en lugares elegantes, institucionalizados, en espacios culturales alternativos o en antros populares (acaso nuestros favoritos).
Uno de nuestros principales objetivos es amplificar las voces de personajes que no tienen acceso a otras editoriales, digamos más reconocidas en el medio, para divulgar su trabajo. Pero para provocar un puente entre nuestros/as autores/as y sus propuestas con el mundo académico, oficial, etc. involucramos en los prólogos y posfacios, a reconocidos otros personajes del quehacer literario. No buscamos aprobación alguna, pero tampoco queremos el aislamiento: lo que hacemos es forzar el contacto, el roce, la conversa, el diálogo.
Las personas que formamos parte de la editorial, llevamos más de quince años realizando distintas actividades relacionadas con el mundo de la cultura en el espacio transcultural Almatroste, de la ciudad de La Paz (hasta finales del 2019). Hemos sido parte de la organización de las contraferias del libro y de las ferias de libro independientes y autogestionadas (FLIA) en varias versiones, desde el 2005. Hemos coorganizado, con otras valerosas editoriales, encuentros como Mixturarte, Libros libres y El hormiguero durante el duro año del 2020. Somos parte de la organización de espacios de lecturas colectivas de poesía desde el 2004 y pudimos activar, junto con otros/as compañeros/as, el espacio Caldo de huesos hasta el 2019. Hemos participado en innumerables otras ferias, tanto en nuestra ciudad como en otras capitales del país.
Nuestros precios pretenden ser asequibles a los bolsillos de la gente: no somos parte de las élites de este país y no trabajamos para ellas tampoco. Publicamos porque creemos que las escrituras de nuestras autoras y autores encarnan una cierta interpretación del mundo, una otra forma de nombrarlo. Porque con sus voces nos sentimos enriquecidas en nuestra propia comprensión de la vida, de la cultura, del amor, de la libertad…
Y porque en última instancia, cualquier gesto de nombrar el mundo nos recuerda que éste puede ser transformado.
Nuestro catálogo, tanto en poesía y narrativa, así como en formato de postales incluye a Katterina López Rose, Alejandría Carranza, Tania Sáenz, Fernando Llanos, César Antezana Lima, Giovanni Bello, José Mattos, Sarawi Andrango, Roxana Colibrí, Guiomar Arandia, Beatriz Jurado Ramírez, Nadia Rolque, Sebastián Melmot-Iris Kiya y Alejandría Carranza. Nuestros próximos proyectos son el poemario Confesiones de una diva histérica de Leonel Inti y el fanzine Alquitrana y las susceptibles.