VI Festival Internacional de Poesía de Bolivia 2022

Edwin Guzmán Ortiz

Ya se halla prácticamente en escena la sexta versión del Festival Internacional de Poesía de Bolivia 2022 que se efectuará entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre en las ciudades de La Paz, El Alto y Oruro.

Se trata de un festival, por sus características, pionero en Bolivia. Se concibió –como suelen iniciarse todas las cosas trascendentes– en torno a una mesa fraterna, allí en 2008 en Medellín, Colombia, en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín, donde el director de ese evento mundialmente famoso, Fernando Rendón, propuso a Benjamín Chávez, asistente al festival, organizar uno en Bolivia. Benjamín, al principio dubito-parpadeante, terminó accediendo a la propuesta claro, en medio de unos elucidatorios e inspiradores drinks. Desde allí, al presente, Benjamín no ha cesado en este proyecto de sobrados méritos y fe inclaudicable.

El aporte del festival se expresa a través de diferentes líneas de acción. Por una parte, está el componente del encuentro, donde poetas extranjeros, procedentes de diferentes países interactúan con poetas bolivianos y el público nacional. Es más, se accede –a través de diferentes actividades de lectura– a la producción poética de los vates invitados, junto a la exposición de las características propias de creación literaria de sus países de procedencia.

En la perspectiva de lograr mayor difusión de la poesía de los participantes en los diferentes festivales, junto a Plural Editores, se logró la publicación de antologías de poesía que permiten un mayor acceso del público interesado en el tema. Es más, se logró extender este evento a ciudades como Cochabamba, Oruro y el propio El Alto de La Paz, ampliando de este modo el acceso a un público más amplio del país.

El festival, por su parte, no fue ajeno a la organización de mesas de diálogo interpoético. Cómo no recordar las diferentes mesas que coordinó uno de los fundadores y activos participantes del festival: Rubén Vargas (la memoria y el talante de Rubén flota en los últimos festivales). Los y las poetas en dialécticos –platónicos y hegelianos, diálogos– desnudaron ese universo exponencial que destella la poesía, su incidencia social, su vena cultural, su lúcido deambular por ciudades y vericuetos del mundo, su máquina revelatoria que no cesa. La presencia reiterada de la Carrera de Literatura de la UMSA, tanto a nivel docente como estudiantil, enriqueció aun más esta actividad.

Sería injusto olvidar su vocación educativa. En efecto, se desplegaron numerosos talleres de poesía donde poetas –extranjeros y nacionales– de vuelo mayor asperjaron su experiencia y sabiduría sobre el tema. La riqueza y diversidad de los enfoques nutrió a un público, generalmente joven y expectante, motivándolo en el deseo de escribir con mayor criterio, y apostar por la creación poética. Poemarios presentados, difundidos, leídos y debatidos como una forma de acercarnos al otro poético que nos visita.

Durante el primer Festival Internacional de Poesía, en 2010, en coordinación con autoridades de cultura, se hizo un reconocimiento público a cuatro grandes poetas bolivianos: Julio de la Vega, Héctor Borda Leaño, Antonio Terán Cavero y Jesús Urzagasti. Con ellos se compartió en el evento, escuchando su palabra y su vivencia de décadas de actividad poética en un país donde las contradicciones sociales no son pocas, y donde la poesía no deja de testimoniar la historia y las pulsiones profundas de un país diverso.  

Entre muchos más, a manera de ágil inventario, en el caso de poetas mayores que llegaron al festival, mencionemos a Arturo Carrera, Jorge Boccanera y Laura Yasan (Argentina); Roberto Echavarren y Silvia Guerra (Uruguay); Carmen Berenguer y Nadia Prado (Chile), Jüri Talvet (Estonia). Entre los países participantes en las diferentes versiones se hallan Argentina, Bahamas, Chile, España, Estonia, Uruguay, Colombia, México, Perú, Finlandia, Alemania y por supuesto Bolivia.

Entre los poetas bolivianos cabe destacar a Héctor Borda Leaño, Julio de la Vega, Jesús Urzagasti, Antonio Terán Cavero, Marcia Mogro, Cé Mendizábal, Álvaro Diez Astete, y Carlos Condarco. Además, Vilma Tapia, María Soledad Quiroga, Mónica Velásquez, Rery Maldonado, Geraldine O`Brian, Sergio Gareca, Milenka Torrico, Jorge Campero, Eduardo Nogales, Fernando Van de Wyngard y Sulma Montero. Los, las y probables epicenos en el campo inmensurable de la poesía.

El sexto festival, a un tris de realizarse, introduce además de modo más nítido, poetas que, al mismo tiempo de escribir poesía, reflexionan sobre la misma. No solo sobre su procedencia, sino sobre su materialidad, su poeticidad, sobre su embriague filosófico y lingüístico. En suma, sobre su condición gravitante como aparato generador de sentidos trascendentes.

No podía haberse obviado este 2022 una actividad recordatoria del centenario de la publicación de Trilce, de César Vallejo. El programa consigna, mañana lunes 31 de octubre, una conferencia sobre el tema, a cargo del poeta peruano Omar Aramayo, consumado especialista en Vallejo, en la Casa Marcelo Quiroga Santa Cruz (La Paz).  Al respecto, cabe decir que Trilce se ha constituido, de acuerdo a expertos, desde los años 60-70, como el poemario más original y radicalmente innovador del vanguardismo en lengua española. Es más, en ese intervalo, Roberto Paoli lo ha proclamado como el poemario más importante del vanguardismo posterior a la Primera Guerra Mundial, en un marco que comprende incluso a T.S. Eliot, Ezra Pound y los autores expresionistas y surrealistas, por si fuera poco.

La primera actividad de lectura colectiva de poesía se llevará a cabo en Efímera. Se tiene programada una conferencia sobre poesía y traducción a cargo de Rodolfo Ortiz (Bolivia), un conversatorio sobre la traducción de poesía con participación de Mariano Dagatti (Argentina), Diego Valverde Villena (España/ Perú / Bolivia), bajo moderación de Benjamín Chávez en la Carrera de Lingüística de la Universidad Pública de El Alto. Otro conversatorio sobre la labor editorial de poesía a cargo de Juan Maisonnave (Argentina) en la Casa del Poeta Jaime Saenz. Lecturas colectivas de poesía en el Punto Cultural Líber Forti. Un taller de poesía a cargo de Diego Valverde Villena y Juan Carlos Ramiro Quiroga (Bolivia) en la Casa del Poeta. El conversatorio “Voces de la Poesía Femenina”, con participación de Danitza Fuentelzar (Chile), Micaela Mendoza, Verónica Delgadillo, Ruth Ancalle (Bolivia); Modera: Verónica López del Blog GRATISpoesía, en el Auditorium del Centro Cultural Torino. La presentación del poemarioMil y una noches sin WiFi de Omar Alarcón (Bolivia), comenta Edwin Guzmán Ortiz.

Un programa no menos nutrido se llevará a cabo en Oruro, del 2 al 4 de noviembre: Conversatorio con Jorge Aulicino (actividad OnLine). La premiación del Concurso Municipal de Poesía; lectura de poemas de Omar Alarcón y Micaela Mendoza, un conversatorio sobre poesía con Omar Aramayo; Juan Maisonnave, Mariano Dagatti y Diego Valverde Villena en el salón Luis Ramiro Beltrán el jueves 3 a horas 10:00. Lectura de poemas en el Barrio de Escritores con presencia de Verónica Delgadillo, Danitza Fuentelzar y Christian Jiménez. Lectura central de poesía, con la participación de todos los poetas, en el Museo Histórico Idelfonso Murguía, el jueves a las 19:00.

El VI Festival Internacional de Poesía de Bolivia 2022, se realiza dentro una atmósfera nacional, pero sobre todo internacional, gravitante. En tiempos de crisis que atentan contra un nosotros real y existencial; tiempos de candados, de inicuos mordientes a la libertad; de un mundo que atenta contra la capacidad de poetizar la existencia; una época de inmersión y ahogo en el mar de la tecnología; de atentados contra los saberes alternativos; de castración de la acción creadora de la imaginación; de múltiples simulaciones; de epistemes amordazadas; de heterofascismos y de barbiturización del deseo… En fin, en un mundo críticamente atorado, cuya vaguedad azora y atenta contra el tejido poético, identitario y libertario que nos sostiene: ¿qué, la poesía en cuanto saber integral del ser humano?; ¿qué, la poesía en medio de este mare magnum? Palabras, criadero de palabras que tallan el mundo.

El jardín de los presentes

Poetas invitados al VI Festival Internacional de Poesía de Bolivia 2022

Jorge Aulicino. Poeta, periodista y traductor. Nació en 1949 en Buenos Aires. Trabajó en periodismo hasta 2012. Ese año reunió sus libros de poesía en el volumen Estación Finlandia. En 2020 apareció su Poesía reunida (2020-1974). Este año reunió una colección de artículos bajo el título Poesía y política y publicó también El amor que no perdona. Escritos sobre la Divina Comedia. Tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Eugenio Montale, Luciano Erba, Franco Fortini, Antonella Anedda y Biancamaria Frabotta, entre otros autores italianos. En 2011 apareció su traducción del “Infierno”, de Dante Alighieri, y, en 2015, su versión de los tres libros de la Divina Comedia. En 2020 publicó El segundo Novecento, una antología de poesía italiana a partir de la segunda postguerra europea. Integró el Consejo de Dirección de Diario de Poesía, de Buenos Aires, entre 1987 y 1992, y actualmente colabora en la revista digital Op. Cit. y en Periódico de Poesía de la Universidad Autónoma de México. Administra el blog de poesía traducida y poesía en castellano Otra Iglesia Es Imposible e integra el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. En 2015 recibió el Premio Nacional de Poesía.

Mariano Dagatti. Nació en 1982 en Elisa, provincia de Santa Fe, Argentina. Es Investigador Adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede de trabajo en el Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA, UMET/CONICET), donde coordina el Núcleo de Comunicación y Discurso (NUCODIS). Es Profesor de Semiótica en la Universidad Nacional de Entre Ríos. Dicta, además, los Talleres de Escritura y de Tesis de la Maestría en Diseño Comunicacional de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Es Doctor en Lingüística y Magister en Análisis del Discurso por Universidad de Buenos Aires. Ha sido profesor e investigador visitante en Francia, Italia, Suiza, Canadá, Sudáfrica, México, Brasil, Uruguay y España. Fue parte del staff de la revista de cine y literatura “Invisibles” (www.revistainvisibles.com), en la que publicó de forma periódica ensayos y entrevistas sobre cine argentino contemporáneo (años 2015-2020). Fue asimismo editor de la revista de comunicación y arte “Def-ghi” (años 2008-2016) con la que participó en diferentes festivales, congresos y en diferentes eventos culturales.

Juan Maisonnave. Escritor y editor. Publicó Los juegos compartidos (Santiago Arcos Editores, 2013), que obtuvo el Segundo Premio en la categoría Cuento del Fondo Nacional de las Artes. Fue coeditor y colaborador de la Revista Digital Invisibles entre los años 2017 – 2020. Trabaja como periodista cultural, editor y escritor freelance. Es socio fundador de Pinka Editora.

Omar Alarcón. (Bolivia, 1986). Es poeta y cineasta. Ha publicado los poemarios El corazón entrega sus muertos (Editorial Pasanaku. Bolivia, 2006), Roca Negra (Editorial Andesgraund, Chile 2020) y Mil y una noches sin Wi-Fi (Valparaíso Ediciones, España, 2021), libro que fue finalista en el premio internacional de poesía Vicente Huidobro 2020.Con su primera película, Mar negro, ganó el premio a Mejor dirección en Bolivia (Premio Eduardo Abaroa, 2018); así como Mejor Película y Mejor Documental (Diablo de Oro, 2019). Es cofundador del centro terapéutico Sol en Casa donde trabaja como psicólogo desde hace diez años atendiendo niños y jóvenes con capacidades especiales de la ciudad de Sucre.

Ruth Ancalle. Licenciada en psicología, Diplomada en educación superior, pianista miembro de la Sociedad de Concertistas e Intérpretes de Piano en Oruro, compositora, escritora y poeta.Nació en Oruro, estudió sus primeras letras hasta el bachillerato en el Colegio Evangélico Inglés “Archivald Reekie” Oruro. Ruth es en esencia mujer artista, plasma su habilidad al componer e interpretar melodías para piano. Asimismo, cuando escribe dice “es una necesidad casi biológica”. Escribió las siguientes obras: poesía bilingüe castellano – quechua: Imagen de Mujer – Warmi Rikch’aynin; salud mental: El Perdón un Proceso Mental Asertivo; cuento bilingüe castellano – quechua: “El Camino de Adriana – Adrianap Ñannita”; poesía bilingüe castellano-quechua: El Tiempo del Tiempo – Pachaq Pachamanta además de artículos en revistas y periódicos del país.En la actualidad es presidente del Comité de literatura Infantil y Juvenil-Oruro CLIJO, miembro de la Unión Nacional de Poetas y Escritores-Oruro UNPE, miembro del  PEN- Bolivia, creadora del festival Internacional de Poesía “Palabras en Altura” y creadora de la “Colección Literaria UNPE”

Christian Jiménez. (Bolivia, 1982). Es autor de cuatro novelas. Invierno (2010), Te odio (2011), Familiar (2019) y Paisaje (2020). Cuatro libros de cuentos: Cortas detonaciones (2008), El mareo (2008), Museo (2010) y No quedan días de verano (2015). Junto a la producción de ficción están los libros de ensayos: Ensayos de memoria (2014), Bolivia. El campo académico, cultural y estético (2016), Distorsiones del colonialismo (2018) y Roberto Bolaño. Una apropiación (2020). Ganador del concurso de novela latinoamericana convocado por la editorial E1 de Guanajuato, México, con la novela Paisaje y del concurso Ideas creativas. La pandemia y la experiencia de la cuarentena, convocado por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. Finalista con el cuento Navidad del Concurso Nacional de cuento Adela Zamudio. Cochabamba, 2015. Es también el antolagador y prologuista del libro Bajo la soledad del neón. Antología de cuento contemporáneo de América latina, que tiene dos ediciones, una en Bolivia (2020) y otra en Ecuador (2021). En poesía es parte de Cambio climático. Antología de la joven poesía boliviana (2011), Tea party I (2012), Traductores del silencio (2012) y es autor del poemario Bodas elementales (2021). 

Verónica Delgadillo. Nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Comunicadora Social de profesión, poeta por destino. Colaboradora en revistas literarias de circulación nacional y revistas internacionales online. Ha participado en publicaciones, antologías y festivales literarios en Bolivia, Argentina, Colombia, Perú, Chile, Ecuador y Venezuela. Obras publicadas: Las tejas de Job (2013), Ausencia del árbol (2018) y 37 armónicos para una fuga (2020).

Micaela Mendoza Hägglund. Nació en La Paz en 1981, boliviana-sueca. Poeta y psicóloga. Publicó el libro Lo mágico sombrío el 2010 con la Editorial Pasanaku. Parte del grupo literario “Letras transgresoras” de Sucre. Ha participado en festivales, publicaciones y antologías de poesía nacionales e internacionales (México, Chile, Argentina, Italia, España, Panamá, Reino Unido, Colombia, Perú, Turquía). En 2016 lanzó el disco musical y poético sonoro Éter junto al proyecto Mandala. De igual manera ha colaborado a diversos músicos (Ruddy Franco, Sibah, Gitte Pálsson) mediante su obra poética.Su libro Áticos sonoros (Editorial 3600) es condecorado como I Premio Nacional de poesía “Ópera Prima” 2018 convocado por la Cámara departamental del libro de Santa Cruz-Bolivia. El poemario Sahumerium es seleccionado por la Dirección de Cultura del Gobierno Municipal de Sucre para su publicación el 2020. Su última producción es un libro-baraja escrito junto a Adriana Romero (México); Poemancias (Perro negro, 2020).

Rodolfo Ortiz. La Paz-Bolivia, 1969. Poeta, ensayista, editor. Director de la revista de literatura La Mariposa Mundial (1999 – 2022). Ha publicado poemas, ensayos y artículos en diferentes revistas y periódicos dentro y fuera de Bolivia. Realizó estudios doctorales en la Universidad de Pittsburgh y también en la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá, donde actualmente investiga y enseña. En la editorial La Mariposa Mundial ha publicado el libro de poemas Cuadernos de la sequía (2006, 2012), en diferentes entregas.

Juan Carlos Ramiro Quiroga. Nació en La Paz, en 1962. Es bardo, lector de libros y ensayista. Ha operado como el albañil creando obra bruta, gruesa, y fina, antes de la vendida. Ha publicado poco, con el apoyo de algunos mecenas como José Antonio Quiroga y Rodolfo Ortiz: El pozo de interminables líneas: cámara de Eco (1990), Kámara de Eco o el pozo de Ariana (Carrera de Artes-UMSA, 1992), Errores Compartidos (1995), Kámara de Eco o el pozo de Ariana (Plural Editores, 2003), Historia del Ángel (2003) y Mi pequeña muerte con Dios (Plural Editores, 2009). También Hueso blanco: reportaje a la mala lectura asediado por aforismos, sofismas, latiguillos, barbarismos y apostillas (La Mariposa Mundial-Plural Editores, 2007).Tiene dos obras en línea: una denominada obra gruesa (La Paz, 2021) con noticias poéticas y otra llamada Obra vendida. La gran colección de proverbios (La Paz, 2021) con poemas online que son difundidos en la plataforma brasileña Hotmart. Su poesía fue incluida en Poetas jóvenes de La Paz por Blanca Wiethüchter (Separata de la Revista Municipal “Khana” Nº 45, La Paz, 1996). Antología de la poesía latinoamericana del Siglo XXI. El turno y la transición (Siglo Veintiuno Editores, México, 1997), compilado por Julio Ortega. Antología de la poesía boliviana. Ordenar la danza (LOM, Santiago de Chile, 2004), selección y estudio de Mónica Velásquez Guzmán. ZurDos. Última poesía latinoamericana: antología (Bartleby Editores, Madrid, 2005), de Yanko González y Pedro Araya. “Poesía Boliviana” por Mónica Velásquez Guzmán (Revista de Poesía Alforja Nº 43, Universidad Autónoma de Sinaloa, México, 2008). Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (Editorial Pre-Textos, Madrid, Buenos Aires, Valencia, 2010), de Gustavo Guerrero.

Danitza Fuentelzar. Iquique, Chile 1977. Escritora, Artista Plástica, Gestora Cultural. Ha publicado el poemario Inhalámbrica (Editorial Yerba Mala Cartonera), su reedición por Editorial Jaguar Azul y Editorial AndesGraund. Antologías Latinoamericanas;  Con Rímel, A la Sombra, Mujeres Poetas en el País de las Nubes, Colección Vidzu, 1500 y un Solo Clímax, Caravanas de Poesía, Jauría de Palabras, Mujeres Poetas Chilenas Tanto Fervor Tiene el Cielo y Mujeres en Tiempos de Esperanza Crisis y Pandemia.

Invitada a eventos literarios internacionales; Mujeres Poetas del Cono Sur Conrimel, Festival de Poesía Latinoamericana Actual Poquita Fe, Días de Poesía , Festival de Poesía Panza de Oro, Festival Santiago en Paz, Festival Caravanas de Poesía, Festival Proyecto Posh, ANTIFIL, Festival Palabras en Altura, Feria del Libro de La Serena, Feria del Libro Gabriela Mistral y Feria Internacional del libro de La Paz, Feria del libro Feminista y Primavera del Libro. La Asamblea Legislativa Plurinacional, Brigada Parlamentaria de Oruro y la Unión Nacional de Escritores de Bolivia, le confieren el reconocimiento “Pluma de los Andes, 2018” a la trayectoria y aporte al desarrollo de las Artes y la Educación. 

Diego Valverde Villena. Poeta, ensayista y traductor. (1967). España/Perú/Bolivia. Magíster en Literatura Inglesa. Licenciado en Filología Hispánica, Filología Inglesa y Filología Alemana. Ha sido profesor de Poesía, Lírica Medieval y Lírica Barroca en la Universidad Mayor de San Andrés. Tras varios años dedicado a la diplomacia cultural, es profesor visitante en universidades americanas y europeas, donde imparte cursos sobre literatura hispanoamericana y literatura comparada. Sus principales poemarios son El difícil ejercicio del olvido, No olvides mi rostro, El espejo que lleva mi nombre escrito, Un segundo de vacilación y Panteras. Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y aparecen en numerosas antologías. En su vertiente de ensayista ha publicado Varado entre murallas y gaviotas. Seis entradas en la bitácora de Maqroll el Gaviero, Dominios inventados y Vetas literarias. Ha traducido poemas de George Herbert, John Donne, Carlos Drummond de Andrade, João Cabral de Melo Neto, Valery Larbaud, Hilde Domin, Gottfried Benn, Mascha Kaléko, Rose Ausländer y Paul Celan, entre otros.

Omar Aramayo. (Puno, 1947) periodista, poeta, y narrador. Editor. Autor del libro de pintura: Humareda; y de la novela Los Túpac Amaru: 1572 – 1825, considerada el Libro del Bicentenario. Iniciador de los estudios de Carlos Oquendo de Amat y Gamaliel Churata. “Su poesía demanda de un lector favorecido por el don de la inocencia o un casi vicioso amor por la fábula” (Alberto Escobar). Es uno de los renovadores de la poesía peruana contemporánea. En su narrativa “El sarcasmo y la ironía constituyen la lógica del individuo sometido a la transformación verbal en la obra narrativa de Aramayo” (Miguel Ángel Huamán). Es uno de los narradores más fecundos y versátiles de la literatura peruana actual. Uno de los padres del microrrelato en el Perú (1971) y de la poesía gráfica (1964). 

Rememorando a Vicente González-Aramayo Zuleta

Marlene Durán Zuleta

Solía llamarle Vincent, quizás por Van Gogh o por los dibujos que comenzó a pintar desde infante. Recuerdo haberle devuelto el cuaderno añejo de cuando estaba en la escuela, letras y dibujos con tinta china, impecables, sin ninguna mancha. Se avizoraba un mundo de arte.

Perseverante, fue por la línea de todo lo que estuviera relacionado con la belleza terrenal, su inclinación por las letras, motivó proseguir estudios académicos hasta titularse como abogado. Fue miembro de la Academia de Ciencias Jurídicas.

Sin arrogancia, con una lluvia de humildad, seguía escudriñando lecturas escogidas, y el silencio iba con sus meditaciones, encuentro interior del hombre leal con su postura, sensible y humano. Esa manifestación era evidencia en su trabajo cotidiano como docente en la Facultad de Derecho, posteriormente alternó con otros cargos dentro de su profesión. Disciplinado y con dignidad, sin más que contar que con los lazos de su identidad, reivindicando que el hombre debe superarse.

Su abuelo materno era bohemio, gustaba de la música, tocaba guitarra y la lectura era otra de sus preferencias. Esa tendencia influyó en los nietos y el arte caló en Vicente. Comenzó a escribir, fueron prioridad las materias que dictaba. A ello prosiguió con novelas históricas. Finalmente otros géneros literarios como el cuento y la poesía aumentaron su inspiración, integrándose a otros grupos donde el libro es trascendental.

Las tertulias mensuales en el Ateneo Cultural Hugo Molina Viaña, en la Unión Nacional de Poetas y Escritores filial Oruro y la Asociación Mundial de Escritores, fueron inolvidables; tiempo de hermandad y sensibilidad, el propósito compartir lecturas, escribir literatura, alimento espiritual, insustituible en esta vida.

Vicente, escribió un poema, dedicado a la memoria de Amado Nervo[

Será nostalgia de la vida

Al entrar en el ocaso de mi vida
siento que el sol se pone en mi alma
me embarga la bruma de la calma
y veo desgranarse los días felices.

Veo siempre las auroras espléndidas,
zambullirse el sol en el planalto,
pintarse el cielo de azul cobalto
y surcar las golondrinas por esa bóveda.

Cuando ya me rodeen las parcas
pensaré que la vida fue breve
y pasé por ella como brisa leve
con amargos acibares y dulces mieles.

Extrañaré el aire que respiro,
las flores de los coloridos prados,
la belleza y olor de los nardos,
y la música cristalina de las fuentes.

Echaré de menos las montañas,
el cielo de varios azules y el verde mar
quizá por eso me den ganas de llorar
y viendo alejarse mi vida florida.

No podré olvidar que tuve amores cálidos
de mujeres que me ofrecieron
ni las traiciones que también me hirieron,
ni las pasiones desbordantes que me abrumaron.  

Pero, haciendo un balance muy justo
veré que tuve más goces que dolores,
porque sentí de la vida los honores,
y el aroma que les brinda a muy pocos.  

Seré nostálgico de las montañas,
de los pliegues de los farellones,
de acacias, juncos y sauces llorones,
de margaritas, rosas y gladiolos.    

Veré antes de morir los cipreses:
las dalias ocuparan mi retina
y veré como una gran serpentina
la felicidad que me dio su embeleso.    

No lloraré porque espero todo eso,
me arrullaron Mozart y Beethoven
con la dulzura que sentí desde joven
todas esas melodías eternas.

Etapa generosa de honrar memorias de amigos que le antecedieron, Sonia Lazzo, Lourdes Mogrobejo, Elvira Entrambasaguas, Alberto Guerra Gutiérrez, Alfonso Gamarra Durana y Luis Urquieta Molleda.

El séptimo arte, cómo no iba a estar en el recuadro. Escribió guiones, documentales, ello le llevó a obtener una beca de estudio en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños de Cuba. A su retorno, compartió el conocimiento con sus alumnos de la carrera de Comunicación Social, extendiendo su sapiencia en el ejercicio de la docencia.

La pintura era otra de sus pasiones, destacó y cultivó a través de los años este arte. Los cuadros que plasmó eran parte de su vida cotidiana, sentimiento que nació en Vicente desde niño. Tenía estilo y era exigente consigo mismo. Sus composiciones o réplicas eran testimonio del trabajo pictórico, no medía el tiempo cuando tenía que avanzar. Miguel Ángel y su monumental obra, con los enigmas, los episodios de la historia, el misterio insondable de la creación, motivaron a Vicente pintar en el cielo raso de su sala, una escena del Antiguo Testamento, el Misterio de la creación de la vida humana. Concentró todo su dinamismo, la expresión de Adán y Dios con el fondo de ángeles sin alas, es un obsequio sutil para los ojos. Otros lienzos de oficio forman parte de su pinacoteca.

Rememoro un cuadro célebre: ¿Cuándo te casas?, de Paul Gauguin, lienzo que no había terminado de pintar mi hermano René (+); Vicente, concluyó esa réplica de mujeres en Tahití, isla de colores encendidos, imperecederos.    

Finalmente, considerada como arte y cultura, la música también estaba en el espíritu de Vicente. Benévolo, acogió en su vivienda a quienes compartían el placer de la música clásica, dulce preludio para los oídos, eran tiempos de elogio, instantes de paz. La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, recorrió como luz todos los caminos, se oyó y cautivó la inspiración de ese genio, obra trascendental que no podía estar fuera del estudio y comentario de las personas selectas.

La música evoca despedidas, cantos de esperanza, sentimientos, odas de amor y dolor, arte que despierta al talento, cuando el compositor escribe las partituras y entra como otro elemento la poesía. Otros maestros también resaltan y cautivan, de ellos hay memorias. Están los conciertos de Johann Sebastián Bach, las oberturas, fragmentos, escenas de Richard Wagner, estudios y baladas de Fryderykn Chopin, Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, las sinfonías tercera y cuarta de Felix Mendelssohn-Bartholdy, “considerado como el último músico del clasicismo”; las últimas sinfonías de Wolfgang Amadeus Mozart… Vicente nombra a este compositor en su poema, transcrito líneas arriba, como preludio a su partida. Fue extendido a los comentarios de música. Obra, considerada de largo aliento, fuerza, sentido que evidencian su grandeza.

Cuando el corazón de Vicente, como el reloj, se detuvo, fue despedido en la espiral de la mañana, sin duda, con la plenitud del reencuentro y la fe puesta en el supremo hacedor.     

Una tarde con don Vicente

Verónica López

Como si el destino lo hubiera planeado detalle a detalle, el domingo 4 de agosto último, visitaba a Carlos y Lidia Condarco en su actual residencia, la finca Cotochullpa, una hacienda a casi 25 kilómetros al noreste de Oruro, pasando el pueblo de Paria que en 1535 sería el primer pueblo fundado por los españoles en lo que hoy es Bolivia.

Era un día caluroso y dorado como solo el altiplano brinda, por su potente sol y también por el reflejo de la hierba amarilla. La mañana transcurrió paseando -con la guía de don Carlos- viendo caballos y otros animales hasta que todos fuimos llamados a almorzar un delicioso lechón preparado por las privilegiadas manos chuquisaqueñas de doña Lidia.

Todo era risa y recuerdos ya de sobremesa hasta que, para sorpresa de todos, alguien llamó a la puerta. “Hola, buenas tardes, tengo a mi papá en el auto ¿podemos pasar?”. Era Toño González-Aramayo, el destacado fotógrafo orureño. Y así, por el haz de luz de la puerta que iluminaba la habitación, entró don Vicente González-Aramayo a quien yo solo conocía por alguno de sus filmes y por la noticia de que tenía la “Capilla Sixtina” pintada en el techo de su living. Lo vi por primera vez: un señor de lo más risueño, con sombrero y ropa de casa. Nos dijo que él estaba tan sorprendido como nosotros de verlo ahí, ya que su hijo lo había sacado de casa desprevenido, sin opción a decir no. Un gesto que agradecimos a Toño.

Don Carlos nos invitó a todos a pasar a la sala, un espacio muy especial y soleado de la casa, con plantas y sillones rodeando una mesa donde nunca faltan los chuflays, el vino, el queso hecho en la finca y los cigarrillos rubios. Ahí nos instalamos Carlos Condarco, docto escritor e investigador; Vicente González-Aramayo, docto cineasta; Benjamín Chávez, docto poeta; Toño González, docto fotógrafo y Said Massud, docto antropólogo. Con gente así, pensé, nada en la conversación podía salir mal. Poco a poco y, tejido en mano, se unieron Carola Condarco, docta antropóloga y Lidia Castellón, docta declamadora y maestra.

De pronto, se apagó el mundo y, como por arte de magia, pareció que aparecimos dentro de la cabeza de don Vicente, inmersos en las películas que había hecho y las que aún planeaba hacer. Comenzó “proyectándonos en palabras” la historia de tres hermanos que se matan unos a otros movidos por la codicia de un tesoro escondido; siguió con La paraguaya, inspirada en un cuento de Augusto Céspedes en Sangre de Mestizos y todos en la sala podíamos visualizar la imagen de aquella mujer, pues cada palabra de Vicente la describía y le daba vida de una manera impresionante, no solo gracias a su memoria casi intacta, sino también por los detalles tan cinematográficos con los que nos deleitaba.

Poco después, entre don Carlos y don Vicente empezaron a recordar otro cuento del mismo libro, creo que hasta dijeron el número de página, “la 37” y otros detalles abrumadoramente precisos. Se trataba de “La coronela” que entre ambos reconstruyeron extensamente. En algún momento perdí el hilo de la conversación porque caí en la cuenta de lo afortunada que era al poder ser testigo de la conversación relajada, erudita y entrañable de dos grandes artistas que cuentan cosas de memoria a los 74 y 88 años respectivamente, como si acabaran de ocurrir.

En eso, Toño sacó de una caja bien conservada un archivador rebalsando de hojas que pretendía mostrárselo a don Carlos y yo me brindé a ayudarlo. Era un guion, o más bien, el más perfecto guion gráfico (StoryBoard) que yo había visto, hecho a tinta y acuarela sobre papel de grano satinado en 1957. La historia estaba ambientada en el Potosí colonial, el dibujo era preciosista al punto que parecía que un arquitecto experimentado hubiera hecho los edificios, un pintor profesional los detalles y un avezado guionista los diálogos, pero todo había sido hecho en tres meses por un Vicente de 23 años, como manera de matar el tiempo libre tras haber completado el servicio militar. ¿Por qué nunca lo publicó? Pienso que sería un gran regalo póstumo de Vicente.

A raíz de esas imágenes potosinas, recordó con mucho cariño sus años en esa ciudad que lo marcaron al grado de encargar una réplica a escala de la torre de la Compañía de Jesús para el tejado de su casa ubicada en la avenida 6 de Agosto de Oruro. Aproveché para preguntarle si era cierto que tenía también en el techo de su sala una réplica de alguno de los frescos que Michelangelo Buonarroti hizo en el techo de la Capilla Sixtina, de forma natural me respondió que sí porque cuando los vio en el Vaticano quedó tan maravillado que decidió que él debía y podía tener uno en casa, y nos divertimos imaginando e imitando a los pintores en su sala cansados y pintando en posiciones tan incómodas como las del mismo Miguel Ángel.

Eran ya las 17:35, tras varias rondas de vino nadie quería irse, pero ya el sol declinaba marcando la hora adecuada. No me queda la duda que pudimos haber pasado la noche entera hablando del arte de hacer cine en las condiciones tecnológicas que le tocaron vivir y que ahora están en desuso. Don Vicente filmó cinco películas de ficción y diez documentales, escribió dos novelas y un ensayo. Fue cineasta, escritor, pintor, dibujante y mi fugaz amigo.

Acordamos volver a vernos en su capilla sixtina para una tarde de películas y pipocas, pues nos entusiasmó la idea de re-promocionar sus cortometrajes a las nuevas generaciones. Lamentablemente ya no pudo ser. Queda el privilegio de haber “visto”, una maravillosa tarde de altiplano, las películas que don Vicente González no filmó.

Ödön von Horváth desde Lydia Davis y Mauricio Montiel (y Benjamín Chávez y Oki Vega)

Un libro perdido, una memoria reivindicada y una serie de amenas casualidades (y causalidades) literarias.

Martín Zelaya

Escribe Mauricio Montiel en el pie de página de “Ödön von Horváth sale a caminar”, relato de Lydia Davis incluido en Ciento cincuenta cuentos cortos (Almadía, 2020), antología personal de la escritora estadounidense que el mexicano tradujo:

«Ödön von Horváth (1901-1938) fue un célebre dramaturgo y novelista austrohúngaro que falleció tempranamente cuando la rama de un castaño le cayó encima durante una tormenta eléctrica en la Avenida de los Campos Elíseos en París. Los nazis calificaron su obra de “decadente, peligrosa e inmoral”. En México, ediciones Heliópolis tradujo al español en 1995 su extraordinaria novela La era del pez, aparecida originalmente en 1937 bajo el título de Jugend ohne Gott«. (2020: 168)

Debió ser en 2001 o 2002. Benjamín Chávez, ahora director de El Duende me dice: “te cuento que el Oki Vega está rematando los saldos de su librería”. Nunca había podido estar en la célebre Irpa Luraña, así que era mi gran oportunidad. No obstante, andaba bajo de fondos. Tras varias horas de charla y revisión de un par de docenas de cajas, salí con cuatro o cinco libros –los más baratos, entre los que estaba la joya Pasión por la trama de Sergio Pitol– contra una tauca de al menos el triple de mi amigo Benjamín. En el intercambio de paquetes (curiosos y ávidos de libros) en el camino de regreso, recuerdo que al ver el ejemplar de Heliópolis me dijo algo así como “no tengo idea de quién es este cuate”. “Yo tampoco –respondí–, pero era el libro más barato”.

Veinte años o casi se quedó el librito olvidado en anaqueles, resistiendo traslados y mermas de mi sufrida biblioteca. Olvidado. Hasta que hace pocos días, leyendo el libro de Davis –que tiene grandes piezas, aunque no supera como cuentista lo que hace como ensayista–, me quedé en blanco tras leer el apunte de Montiel (de quien recomiendo mucho seguir su cuenta de Twitter @LitPerdida en la que recomienda autores, libros, películas y series con mucha solvencia) y pocos segundos después me vino una casi certeza: “tengo ese libro”. Llegué a casa y, efectivamente, era ese libro.

Antes de ir con “ese libro”, va el microcuento de Davis:

«En una ocasión en que caminaba en los Alpes bávaros, Ödön von Horváth descubrió a cierta distancia del sendero el esqueleto de un hombre. A todas luces el hombre había sido un excursionista, ya que aún llevaba mochila. Von Horváth abrió la mochila, que lucía casi nueva. En su interior encontró un suéter y algunas otras prendas, una pequeña bolsa con lo que alguna vez fue comida, un diario y una postal de los Alpes bávaros lista para ser enviada, en la que se leía: ‘la estoy pasando de maravilla’”[1]. (2020: 168)

La novela

Nunca se sabe el nombre del “Negro”, el maestro que protagoniza y narra en primera persona La era del pez. Los personajes secundarios, todos adolescentes alumnos suyos, son designados solo con iniciales: Z, N, L, R, T…, en lo que resulta el primero de varios guiños y semejanzas a la literatura de Kafka.

La novela se desarrolla en un lugar no identificado de la Europa de entreguerras, aunque queda claro que es en Austria, Hungría u otro país alineado o, de pronto, en la propia Alemania en los albores del nazismo. El profesor ateo, apolítico, aunque de principios y conciencia remarcados, asiste poco a poco a la descomposición social víctima de la propaganda, manipulación y sometimiento total de un régimen fascista.

El maestro se gana el rechazo general de su clase cuando afirma que “los negros son también humanos” y desde ahí se suceden una serie de momentos a cuál más peculiares que terminan (no es spoiler) en el purgatorio del héroe-antihéroe, a tono con muchas piezas clásicas de la narrativa de la primera mitad del siglo pasado.

El breve pero intenso libro –se cuenta mucho en pocas páginas, a contramano, esta vez, de lo acostumbrado en la época– tiene su cenit en un campamento de instrucción militar donde el profe asiste al entusiasmo de los chicos por los juegos de guerra, a intrigas entre rivales, a escenas de iniciación sexual y, finalmente, a un homicidio en el que juega un papel indirecto por inacción.

Dos personajes casi marginales dan un par de claves cruciales de la trama. Un ebrio le da al maestro la premonición que le perseguirá en los días que marcarán su destino. “La tierra está entrando en la zona de Piscis, o sea del pez. Las almas de los hombres, amigo mío, se pondrán tan rígidas como la cara de un pez” (1995: 31). Poco después, un cura bastante progresista y amante del vino, pronuncia otra frase decisiva para el desenlace de la encrucijada moral y mental del protagonista: “Dios es lo más terrible que hay en el mundo” (1995: 59).

Von Horváth escribe en un estilo que claramente bebe de la dramaturgia –que era su verdadera vocación: escribió 18 piezas teatrales enmarcadas en lo melodramático o, lo que ahora llamamos “teatro popular”– y el periodismo: hay muchos momentos que adelantan una estructura y diseño narrativo que décadas después se vio recién en la crónica del Nuevo Periodismo de Capote y Wolfe.

Si en lo formal, entonces, el autor austrohúngaro se asemeja y adelanta a A sangre fría –ojo, en el modo de narrar, que no en la descomunal investigación de Capote–, en el diseño de personajes y tramas, retoma improntas muy vigentes en su época. Es inevitable el nexo con El proceso de Kafka y, de pronto, El lobo estepario, de Hesse.

La crisis existencial, por un lado: remordimientos, alucinaciones y epifanías espirituales. La debacle moral o psicológica aún supeditada a un entorno social, a un compromiso cuya transgresión podía tener serias consecuencias ya no solo individuales éticas, sino sociales punitivas. Indudable dejo de Hesse.

Por otro lado, aunque lo ligan a la célebre novela de Kafka el rollo burocrático y judicial de la parte final de la novela, la omnipresencia no explícita de un poder tan corrompido como incuestionable y hasta el uso de iniciales –Von Horváth se cuida de no incluir a ningún K entre los estudiantes–, a diferencia de El proceso, sí se sabe el “crimen” del héroe-antihéroe, su procesamiento no es absurdo ni surreal y su final no es desolador. Si bien las obras comparten la certeza de que todavía no llegó el momento del cambio, el checo opta por un protagonista inmolado y el austrohúngaro por uno evadido; evadido no ya del régimen, sino del destino esquivo: vale decir que a él no le afecta y hasta de pronto le satisface su condición de lumpen.

Von Horváth sorprende –otro rasgo de “adelantado”– al transgredir ciertos límites de su tiempo, al mantener incólume el ateísmo y nihilismo del profesor, que se sobrepone a los devaneos y debilidades de sus momentos más críticos y se apresta, diríase que contento, a cumplir su condena de nuevo paria social: parte a las colonias en África para servir como misionero.

Un apunte final: las estrategias y situaciones que imagina el autor para describir el adoctrinamiento, el odio generalizado y la imposición de la cultura del miedo en la Europa de hace 90 años, son asombrosamente equiparables al accionar que aún hoy utilizan los ultraconservadores.


[1] Eduardo Berti cuenta en su nota “Ödön von Hovárt: un hijo de su tiempo (La Nación, 1 de febrero de 2013): “Los amigos de Horváth recordaban que, en su juventud, este había protagonizado una historia bastante insólita: estaba paseando por los Alpes cuando de súbito se topó con un hombre muerto hacía tantos meses que, más que cadáver, era casi esqueleto. Junto al muerto había, no obstante, un bolso intacto. Horváth lo abrió y halló una tarjeta postal: ‘Estoy pasándola muy bien’, rezaba o algo semejante. Los amigos quisieron saber qué había hecho con la postal. ‘Fui al correo –les explicó– y la despaché. ¿Qué otra cosa podía hacer?’”.

Gramática esencial, Ennio Flaiano

(Traducción y nota de Diego Valverde Villena)

En 1960 el editor Vanni Scheiwiller le pidió a Ennio Flaiano una contribución para el almanaque de su editorial, All’insegna del Pesce d’Oro. Flaiano le envió esta Gramática esencial con la nota “Consejos de Ennio Flaiano a un joven analfabeto que quiere dedicarse a la literatura atraído por el número de premios literarios”. Como en tantos otros aspectos, el intemporal Flaiano se adelantó a su tiempo. Ofrecemos ahora sus 19 consejos a los escritores futuros para que, gracias a su uso sistemático, puedan ahorrarse el coste de un curso de escritura creativa y procedan a escribir sin más dilación.

  • Quien abre la oración la cierra
  • Es peligroso asomarse al capítulo
  • Hay que ceder el condicional a los ancianos, las mujeres y los inválidos
  • Dejen el adverbio allí donde quisieran encontrarlo
  • Quien toca el apóstrofo muere
  • Una vez abolido el artículo no se aceptan reclamaciones
  • Las personas educadas no escupen sobre el complemento
  • No se usan exclamaciones después de las diez de la noche
  • No se responde por los adjetivos sin vigilancia
  • Para los anacolutos sírvanse del basurero
  • Lleven los sujetos con correa
  • No pisen las metáforas
  • Los puntos suspensivos se pagan aparte
  • No usen esdrújulas si la carretera está mojada
  • Para las rimas diríjanse al portero
  • Se prohíbe el uso del dialecto a los menores de dieciséis años
  • Está prohibido usar el soneto durante las paradas
  • Se prohíbe abrir paréntesis durante el viaje
  • No hay que pagar nada al poeta en el momento de la entrega